El albergue de personas sin hogar tiene lista de espera

A.G.
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Cáritas señala que algunas de las razones de la mayor demanda son el incremento de migrantes, la saturación en los servicios de protección internacional y las listas de espera en residencias

La sede del programa de personas sintecho de Cáritas no cierra en verano. - Foto: Luis López Araico

«Este año estamos extremadamente sobresaturados». Es lo primero que dice el educador social de Cáritas David Alonso tras atender en apenas 15 minutos a media docena de personas que esperaban delante de su despacho el pasado viernes por la mañana. Por el Programa de Atención a Personas en Situación de Sin Hogar de la entidad católica (que incluye la gestión del albergue del Ayuntamiento, 4 viviendas propias, una veintena en alquiler, un centro de día y un proyecto para internos que salen de la cárcel) han pasado durante los seis primeros meses de 2022  un total de 816 personas, un número que se acerca mucho a la cifra global de otros años, y el hecho de que el albergue municipal tenga por primera vez en su historia lista de espera es sintomático de la situación que se está viviendo. «Hoy, por ejemplo, (por el viernes) solo nos quedan cuatro plazas. Si vienen cinco personas, alguna se va a tener que quedar fuera. Llevamos más de cuatro meses con el albergue a tope, con las 40 plazas ocupadas», explica este profesional con años de experiencia  a sus espaldas.

Son varias las razones que pueden explicar esta saturación, que también están sufriendo otras entidades sociales que se ocupan de dar cobertura a quien no tiene un lugar donde alojarse. Por un lado, dice Alonso, hay una «realidad migratoria» que ha crecido y a la que cada vez cuesta más dar una solución con los recursos existentes y a esto se le suma la 'buena fama' que tienen las entidades que trabajan en Burgos: «Está llegando gente de otras provincias e incluso del Magreb o de América Latina que nos dice que ha visto en redes sociales una información según la cual aquí se trabaja muy bien con los inmigrantes y que se solucionan los problemas más fácilmente porque estamos nosotros y Burgos Acoge y Accem y Atalaya -que es cierto que nos coordinamos muy bien- y que por eso vienen».

El segundo factor de este pico de demanda tiene que ver con la saturación de los recursos que atienden a las personas solicitantes de protección internacional, colectivo que se ha incrementado desde el inicio de la guerra de Ucrania: «Nos está llegando mucha gente, sobre todo de Venezuela o Colombia, a la que antes se le daba una salida más o menos rápida y ahora esto se está alargando en el tiempo. Todos los recursos estamos saturados porque la situación es la que es pero la cola para entrar en las viviendas de las diferentes entidades se crea en Cáritas, si se retrasa la entrada en esos pisos la espera la hacen aquí». En este punto, el coordinador del Programa, David Polo, explica que existe un compromiso explícito de Cáritas con el Ayuntamiento para que ningún solicitante de asilo se quede en la calle y que así lo están cumpliendo. La tercera situación que puede explicar esta 'sobresaturación' es que está habiendo un cierto retraso en la adjudicación de plazas de residencias de ancianos o de personas con discapacidad; de hecho, en el albergue llevan viviendo varios años personas pendientes de estos recursos.

Las plazas se organizan de la siguiente manera: diez están destinadas a personas migrantes; otras diez, a solicitantes de protección internacional; diez para personas de Burgos que está inmersas en un proceso para salir de la calle y las diez restantes, para la gente que está de paso, un fenómeno que tras dos años de paralización debido a la falta de trabajo de temporeros por la pandemia, ha vuelto a reactivarse. Para muestra, un botón que este periódico pudo comprobar de primera mano:  A media mañana, David Alonso recibe una llamada en su teléfono móvil de un hombre de mediana edad que vive  por toda España yendo de albergue en albergue (todos los sintecho vinculados a Burgos tienen el teléfono de David) y le avisa de que está llegando desde Cantabria. Aquí pasará cuatro días y arreglará los papeles del paro -Cáritas le tiene empadronado en su dirección- para volver a marcharse. Pedro, que es sevillano, confiesa que tiene una fuerte adicción al juego y que para él no está hecha la vida ordenada. El día anterior había cobrado una pequeña ayuda que tiene por una discapacidad que no le duró ni 24 horas. Por suerte, una de las cuatro plazas que estaban libres fue para él.

¿Y qué ocurre cuando no hay una plaza libre en el albergue? Pues que alguno duerme al raso o que se recurre a los de Miranda de Ebro o Palencia, donde también viven una situación parecida. Y la situación, creen los expertos, no tiene visos de mejorar, más bien al contrario, Cáritas ya trabaja con personas que tienen un empleo pero de tal precariedad que no pueden tener una vida independiente.

A este fenómeno de incremento de la demanda se ha sumado también una situación poco frecuente y es el aumento del número de mujeres sin un domicilio y de familias con todos sus miembros sin un techo bajo el que cobijarse. Según los datos estadísticos de Cáritas hasta el 30 de junio pasaron por el albergue 438 varones (ocho menores) y 64 mujeres (dos menores). 

El incremento de la demanda y los cambios que se están produciendo en el fenómeno del sinhogarismo están llevando a Cáritas a una reflexión sobre qué necesidades tienen que cubrirse y cómo, y seguramente cuando el Ayuntamiento saque a concurso la gestión del albergue -que lleva varios años prorrogada- se planteará y se solicitará un incremento del personal ya que en la actualidad son tres los profesionales que trabajan en el Programa de Atención a Personas en Situación de Sin Hogar.