Ignacio Camarero

Dibujos de Ciudad

Ignacio Camarero


40 días de oración...

03/10/2022

Nuestro músculo cardiaco, de apenas trescientos gramos de peso, ha dejado de ser signo y símbolo de los tiempos. De nuestra forma de amar. De sentir. De hablar. El corazón del hombre occidental y globalizado ya no es de carne. Está duro y frío. Tiene la sangre congelada. Es sordo. Un corazón de piedra funciona como un procesador de experiencias individuales que solo es útil enmarcado en el pensamiento racional de esta cultura dominante, de la que se ha hecho el centro. Un corazón que se dice nuevo, y que ha confinado al viejo, al que fue de carne, en los territorios de lo infantil. Como el principito de Saint-Exupéry cuando dibujó una boa digiriendo un elefante, y el mundo decidió que sólo era un sombrero. Los principitos de hoy no garabatean paquidermos engullidos por serpientes. Pero siguen interpretando signos. Continúan, yo también, viendo violencia en cada vida que se acaba detrás de cada aborto voluntario.

El corazón, cuando es de carne, nos enseña que un niño ya lo es dentro del vientre de su madre. Y nos impide considerar ese acontecimiento traumático como un acto médico previo al nacimiento, y por ende a la determinación de la persona. El corazón, cuando es de carne, habita en los extramuros del relativismo. No pretende convencer a nadie de nada. Sabe muy bien que, eso, es imposible. Y no porque no haya aprendido con los tiempos que lo contrario de una verdad pueda ser otra verdad. Sólo porque no se resigna a hacer de la mentira su zona de confort. Los voluntarios de la campaña cuarenta días por la vida, ya están rezando en Burgos. Estrenan su reciente condición de delincuentes.

No sé si la entrada trasera de la Unidad de Atención a la Mujer, es el mejor lugar para hacer oración y ayuno. Pero si que sé que lo que les mueve es anhelo de quebrantamiento. Del quebrantamiento del hombre se sabe poco. A veces sucede. Sí. Convierte a los corazones de piedra en corazones de carne, a la culpa en compunción, y al miedo en esperanza. Un corazón quebranta, y abre las puertas para que unos días después llore un niño, vivo, por fin, contra todo pronóstico. El quebrantamiento es un regalo. Algo gratuito que viene dado. Un milagro que enseña que cada pequeña lágrima de bebé merece una oración.