El Paseo de Atapuerca convertido en estacionamiento improvisado con motivo de la reunión en nuestra sacra ciudad de la Comisión Territorial de asistencia a la delegada del Gobierno en materia de seguridad. Es razonable que no utilizaran el aparcamiento subterráneo ubicado a sus pies, ¿cómo demostrar si no que algunos de los asistentes son ciudadanos diferentes, ejemplares?
Como iba diciendo, los reunidos, se supone que homo sapiens muy sapiens, hablaron y publicitaron que gracias a su enorme dedicación la sacra Burgos y la sacra Castilla y León son de las más seguras, de las de menor tasa delictiva y de las que más delitos resuelven. La homa más sapiens (espero no liarla con esto del lenguaje inclusivo), es decir, la política designada digitalmente que manda en nombre del Gobierno, con amplia y generosa sonrisa deleitó a los presentes con datos y pormenores.
Y hete aquí que el destino y la mala suerte quisieron que, casi coincidiendo con tan fructífero encuentro y de que los coches oficiales desaparecieran del emblemático Paseo de Atapuerca, signo inequívoco de nuestra capacidad evolutiva como especie, un joven de 28 años muriera acuchillado en el barrio de Gamonal. Y también, cosa del destino y de la mala suerte, que un periódico, este que ustedes leen de vez en cuando, destapara un informe de la Policía Local alertando de la existencia de bandas de delincuentes juveniles que campan poco menos que a sus anchas. A ello, y también por pura mala suerte, se podría sumar el hartazgo vecinal en algunas zonas de ocio y botellón donde las copas suelen ir acompañadas de tapas con ruidos, empujones y puñetazos.
Reconozco que lo de estacionar los coches oficiales donde todos los peatones puedan admirarlos es un acto de generosidad social; y lo de publicitar que a seguridad no nos gana casi nadie, una figura retórica. Claro que… después de todo esto nuestros queridos Arsuaga, Bermúdez y Carbonell, que tanto saben de homos y homas sapiens y no sapiens, ¿en qué lugar del Museo de la Evolución Humana colocarían a los reunidos?