La soledad enciende una luz

ALMUDENA SANZ
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Lia Willems-Gómez recupera su pulso audiovisual con el ensayo artístico 'El tiempo no existe', en el que por primera vez se pone delante de la cámara y parte de una historia personal para conectar con emociones universales

Los espacios y los objetos ayudan a crear una atmósfera nostálgica que Lia Willems-Gómez cree que lleva a sitios bonitos.

El temporal Filomena pilló a Lia Willems-Gómez en la casa de sus abuelos en Valladolid. Podía haberse ido a Madrid, donde reside desde hace dos años, pero algo la retuvo en esa vivienda. Su creatividad, agazapada en los últimos tiempos, salió de su escondite. Y surgió. Ella, la soledad, la cámara, los recuerdos, la memoria, los objetos, las palabras. El tiempo no existe es el resultado de ese momento, un ensayo visual emocional, un cortometraje de casi siete minutos, difícil de encasillar, en el que la creadora burgalesa es más ella que nunca. 

Te puedo contar una historia como las que nos contabas cuando éramos niños antes de irnos a la cama. El abuelo Timoteo ya no está, pero queda la pequeña, puedes ponerle el nombre que quieras: Alicia o Claudia. Carmen. No importa... Este texto se va escribiendo en un documento de word en Helvetica Neue a modo de prólogo de este trabajo en el que Willems-Gómez deja de hablar de otros para colocarse en el centro, aunque el mensaje que transmite sea universal. 

«Llevaba tiempo queriendo hacer algo de este tipo. Sentía que había llegado el momento de dar este paso, de cerrar una etapa y abrir otra en la que me libero a nivel artístico y a mostrarme más yo», observa y advierte que sintió que ese momento llegó esos días «en los que me sentí sola y lo estaba» y coincidieron con una época de introspección y reflexión en su vida. 

Ese contexto y ese momento espolearon algo latente en la inquieta mente de esta cineasta y escritora. Y aprovechó la oportunidad. «Cuando nos sentimos de esa manera salen cosas. Lo artístico siempre es una manera de canalizar sentimientos y emociones». 

El paso del tiempo y el tiempo detenido, la memoria, el recuerdo, las ausencias o la nostalgia golpean en la pantalla mientras la cámara sigue los movimientos de Willems-Gómez por esa casa y por sus objetos. El salón, el baño, la cocina, el interior del armario, las vistas del exterior, las fotografías, los cuadros... Los relojes. 

Un devenir de la vida que, en opinión de la autora, huye de tintes negativos. Al revés, traza una línea de esperanza, de un parar para seguir, una ráfaga luminosa buscada conscientemente. «Es esperanzador. Abre una ventanita a algo. La nostalgia a veces te puede llevar a sitios muy bonitos. Tiene un punto de ilusión».

Willems-Gómez siente este trabajo como especial, un paréntesis entre la Navidad y el regreso a la vorágine de la vida diaria, ella y la cámara, como un personaje más, pero no es solo eso. No es un capricho, un aquí te pillo, aquí te mato, hay una producción y una investigación creativa que ayuda a darle agilidad. He ahí la incursión de ese relato que se va escribiendo en la página en blanco, reflexiones en voz alta que hacen partícipe al espectador de cosas de familia, una llamada de teléfono...

«Me gusta mucho escribir, todo surge de ahí, y es muy interesante incluir textos que evocan otras cosas. Cuando ves algo audiovisual lo asimilas rápido, pero el texto propicia una interpretación más libre y te lleva a otros espacios diferentes», remarca. Un viaje al que ayuda la banda sonora compuesta por Beatriz López-Nogales e interpretada por la cellista Cristina Soriano Amador. 

Insiste en que El tiempo no existe es un viraje en el rumbo de su trayectoria. Tras poner el foco en otros protagonistas en sus dos anteriores documentales, en Ricardo Vicente en Océanos de amor, y en quienes sufren ataxia espinocerebelosa tipo 7, una enfermedad rara hereditaria, en Las tempestades de Júpiter, Willems-Gómez se pone frente al espejo. Lo hace sabedora del grado de exposición que conlleva. «Necesitaba reconciliarme con esa parte de mí, darme esa oportunidad, y, a la vez, empezar a caminar por nuevos espacios de creación. Es una forma de canalizar esa expresión artística, utilizarme como un elemento más», concluye satisfecha con este reencuentro. 

No tiene planes. Quiere que este ensayo tenga más recorrido. De momento, se puede ver en YouTube, donde lo estrenó el miércoles. Una presentación que, indudablemente, pero también inconscientemente, está condicionada por la pandemia, que influye en la manera de relacionarse, aunque, en este caso, el medio importa poco.