A sentir también se aprende

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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Tres graduadas en Pedagogía por la UBU desarrollan en el colegio Sagrado Corazón de Villímar un proyecto financiado con algo más de 7.000 euros por el Cuerpo Europeo de Solidaridad. Uno de sus objetivos es ayudar a los jóvenes «a entenderse»

Imagen de la actividad en el aula del colegio Sagrado Corazón, de Villímar.

Cuando se tienen doce o trece años todo es bastante confuso. El cuerpo cambia y también lo hacen las relaciones con los demás, sobre todo con los adultos. El inicio de la adolescencia suele ser un momento vital tormentoso, muy explosivo emocionalmente y lleno de transformaciones y en el que, a veces, resulta complicado hasta entenderse a uno mismo y todo se hace bastante cuesta arriba. Quizás por esto, por considerar que era interesante investigar y trabajar sobre lo que rodea a esta edad, el Cuerpo Europeo de Solidaridad -entidad gestionada por la Comisión Europea- entendió que era interesante subvencionar con algo más de 7.000 euros el denominado Proyecto Amaterasu, promovido por tres graduadas de la Universidad de Burgos, Maider Domínguez,  Paula Arregui y Nerea López, que lo han desarrollado en el colegio Sagrado Corazón de Jesús, de Villímar.

«El proyecto ha consistido en trabajar las emociones con el alumnado de 2º ESO  y para ello hemos utilizado dinámicas con las que se han conocido un poco mejor a ellos mismos, a sus compañeros y a sus profesoras tutoras. Hemos visto cambios en ellos, pero también en alguna de las tutoras y hemos ido evolucionando porque al llegar al colegio, teníamos unos planes que después cambiamos ya que no es lo mismo lo que pones en un papel que lo que ocurre en la realidad para llevarlo a cabo», explica Maider Domínguez, que destaca también el apoyo que han recibido de Alessandro Zuttolo, de la ONG Amycos.

Toda esta labor ha pivotado alrededor del arte y, de hecho, el proyecto se ha acompañado desde el principio con las espectaculares ilustraciones de Helena Pérez García, algunas de las cuales aparecen en estas páginas. A través de la creatividad, que se ha volcado en la creación de un mural, las pedagogas han tratado de fomentar en el alumnado virtudes como la autoestima, la capacidad de relacionarse de manera adecuada y «el despertar en ellos iniciativa y enseñarles a ganar confianza para desenvolverse en público, un recurso cada vez más necesario para desarrollar la creatividad y prepararles para una sociedad en constante cambio».

Utilizaron para ello las horas de tutoría en las que pintaron un bonito cartel y ese trabajo en grupo sirvió para hablar de lo que cada quién sentía «o para mirarse a los ojos, que a veces cuesta mucho, también a los adultos». Hubo otro tipo de dinámicas como decir cosas positivas unos de otros o  preguntarse asuntos de cada quién para ir conociéndose mejor. «De manera colateral -añade Maider- intentamos, además, ayudar al profesorado con aquellos alumnos que por diferentes razones se ciñen con alguna dificultad al método educativo tradicional y que necesitan ser escuchados y recibir un pequeño empujón».

La iniciativa comenzó en octubre del año pasado y se ha extendido hasta el pasado mes de abril y ahora está en el momento de ser evaluada con el análisis de los datos recopilados y las encuestas realizadas tanto a los participantes como a sus familia, pero alguna conclusión sí que hay ya. El Proyecto Amaterasu, que toma su nombre de la reina del sol en la mitología japonesa, «una diosa de carácter amable y compasiva con quienes la adoran», la describe Wikipedia, ha impulsado lo que sus autoras llaman «tutorías con arte» con una serie de conceptos clave. Buscaba que los adolescentes participantes conocieran la gestión de las emociones y el autoconcepto (la imagen que tienen de sí mismos), que practicaran el compañerismo, la comunicación y la empatía, que adquiriesen hábitos de estudio y que trabajaran la creatividad y la reflexión. 

«Después de vivir esta experiencia -insiste Maider Domínguez- hemos crecido como personas y como profesionales. Esta oportunidad nos ha servido para darnos cuenta de que queremos seguir formándonos en esta área y de que con tiempo y esfuerzo podemos adquirir las competencias necesarias para ayudar, no solo a los jóvenes si no también, a los padres y a los profesores».