Marian Peña

Observando al Mundo

Marian Peña


Vivir con dignidad

28/09/2022

No sé a ustedes, pero a mí una de las cosas que más me impresionaron durante el confinamiento fueron las noticias que llegaban de las residencias de mayores. Saber que morían solos, en condiciones dantescas, sin atención y los relatos de las personas que descubrían, por decenas, los cadáveres cuando entraban en sus dependencias me producía tal impotencia y desasosiego que tan solo recordarlo me resulta doloroso; sensación que se intensifica al pensar que, a día de hoy, los responsables de tan penosa gestión no han pagado por ello. 

Tampoco parece que esta sociedad, en la que sólo se valora la juventud, haya aprendido nada de la dura experiencia sufrida por una generación que, nunca se dice lo suficiente, hizo grandes esfuerzos en todos los terrenos para conseguir los derechos y el desarrollo de los que ahora disfrutamos. Que seguimos sin tener en cuenta las necesidades de nuestros mayores se ve por todas partes, en las entidades bancarias, donde cada vez pueden realizar menos gestiones; en los hospitales, donde, entre otras muchas cosas, he visto a octogenarios marcharse de madrugada, sin ser atendidos, después de diez horas de espera o en la emoción y el dolor con la que un anciano relataba, hace unos días, ante el pleno del ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes, las penosas condiciones en las que viven en su residencia lo que, desgraciadamente, no es un hecho puntual.

En España, siete de cada de diez plazas en centros para la tercera edad están en manos privadas y muchos sólo ven en ellas un negocio al que sacar el máximo rendimiento, aunque sea recortando en algo tan básico como la alimentación o en algo tan importante como el personal, que en la mayoría de los casos es insuficiente para dar una buena atención a los residentes, que son los que sufren las consecuencias, para más inri, pagando por ello cantidades que no están al alcance de todos sin hacer un gran esfuerzo.

Desde la Junta de Castilla y León se habla de un nuevo modelo, con centros más reducidos y hogareños y más personal, para darles una vida más digna. Esperemos que se materialice lo antes posible, por los que están ahora y por los que estaremos porque, como decía el anciano de San Sebastián de los Reyes, el tiempo pasa para todos.