El turista se deja ver por La Bureba

S.F.L.
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Aunque algunos bares de los municipios más poblados de la comarca abrieron el viernes, los traslados en la provincia no se permitieron hasta ayer. Frías, Oña y Poza registraron las primeras visitas

La Oficina de Turismo y el castillo de Frías abrirá de miércoles a domingo de 10.30 a 14 horas y de 16 a 18. - Foto: S.F.L.

Ha costado pero al fin ha llegado. Toda la provincia burgalesa se encuentra en la fase 1 del proceso de desescalada hacia la nueva normalidad. Esto significa que multitud de familias y amigos han podido reunirse de nuevo después de diez semanas de clausura sin otra alternativa más que teléfonos móviles, ordenadores y tabletas para verse y charlar.

La Bureba y su gente recibió el pasado viernes la grata sorpresa de la apertura de terrazas y bares. Ha sido un fin de semana muy especial en el que los vecinos han comenzado a disfrutar de su entorno y de sus allegados. Desde que saltara la noticia, siete propietarios de locales de hostelería se han animado a retomar la actividad en la capital burebana, tres en Oña y uno en Poza de la Sal. Frías, a día de hoy, continúa con sus locales cerrados esperando a que se pueda viajar entre provincias. Aun así, la ciudad más pequeña de España abrirá mañana la Oficina de Turismo y el castillo a las posibles visitas que se puedan producir, al igual que la villa salinera, que ofrecerá a los viajeros burgaleses la posibilidad de conocer el Centro de Interpretación de las Salinas y el Espacio Medioambiental de Félix Rodríguez de la Fuente en grupos reducidos de unas seis personas. Oña y Briviesca se tomarán algo más de tiempo en organizar sus atractivos turísticos y, por el momento, la iglesia de San Salvador y el Museo de la Resina oniense permanecerán cerrados y las visitas por la ciudad burebana y sus monumentos continúan suspendidas.

Eso sí, los propietarios de los alojamientos de la comarca disponen de lo necesario para activar sus negocios a partir del momento en que reciban las primeras reservas. En la ciudad fredense será una familia de la provincia la primera que pasará unos días de descanso en su propia autocaravana.

Dos jóvenes de Quintanilla Vivar se animaron a realizar la ruta Raíces de Castilla.Dos jóvenes de Quintanilla Vivar se animaron a realizar la ruta Raíces de Castilla. - Foto: S.F.L.

Sin embargo, pese a que el patrimonio de la comarca todavía no esté abierto al público, hay quien dedicó el primer día de ‘libertad’ a disfrutar de rincones desconocidos del territorio, como Lorena y Adrián, que junto a su perro Thor, experimentaron como antes nadie lo había hecho la belleza de las tres localidades que componen el triángulo de Raíces de Castilla -Frías, Oña y Poza-, sin ningún turista más a su alrededor. Eso sí, tuvieron que conformarse por pasear por sus calles y comer en una terraza. «Necesitábamos desconectar y salir de Quintanilla Vivar, donde hemos pasado el confinamiento. Me he pedido el día libre en el trabajo para atravesar las fronteras que me han impuesto durante tantos días y reconozco que la decisión no podía haber sido más acertada, lo estamos disfrutando muchísimo », manifiesta la joven.

Una de las situaciones más complicadas durante la cuarentena y a la que la mayoría de la gente señala como lo peor de todo el confinamiento es la imposibilidad de ver a los seres queridos. 72 días es el tiempo que Javier García ha permanecido separado de sus padres. Él reside en Briviesca y ellos en Oña. Esperó a que las tiendas abrieron en la ciudad para comprar un ramo de flores y llevárselo de inmediato a Pili, que no pudo contener la emoción cuando abrió la puerta de su casa y se reencontró con su hijo.

Igualmente, decenas de moradores de fin de semana y vacaciones de los municipios y pedanías de la comarca burebana se acercaron a sus segundas residencias para ponerlas a punto de cara al viernes o para instalarse ya en ellas. No obstante, hubo gente que adelantó con creces la hora en la que el despertador anunciaba el momento de levantarse de la cama y se pegó un buen madrugón para gozar de una muy deseada jornada en su localidad, alguna de pocas horas. Lorena y Alejandro llegaron a Frías antes de las 9 de la mañana. Visitaron a sus familiares y aprovecharon también el tiempo a dar una larga caminata, algo tan común como imposible de realizar en Burgos hasta ahora. «Casualmente teníamos libre en el trabajo y llevamos días organizando el reencuentro. Mañana nos toca faenar por lo que la visita no ha resultado tan larga como nos hubiese gustado. Aún así, estamos encantados de haber venido», declaran.

Poco a poco, los ciudadanos van saliendo a la calle, entrando en comercios y parándose a reposar en una de las terrazas. Por muy pequeñas que sean las localidades, las mascarillas se han convertido en el complemento ‘indispensable’ para todos. La gente está muy concienciada con el peligro existente si el virus vuelve a extenderse y la mayoría intenta permanecer al aire libre lo justo. 

Adiós al turismo activo en Frías. La COVID-19 ha cambiado la vida a todos los ciudadanos y pese a que la situación vaya mejorando día tras día, los expertos coinciden en que no hay que bajar la guardia y confiarse. Por ello, el Gobierno ha establecido una serie de medidas a cumplir para frenar el número de contagios de coronavirus. Los negocios relacionados con el turismo han sido los mayores perjudicados dentro de esta crisis sanitaria y muchos de ellos permanecen aún con las puertas cerradas. Bares, restaurantes y museos se encontrarán con serias complicaciones para sacar adelante el año.

Dentro de este sector se incluyen las empresas de turismo activo, que cuentan con autorización para reiniciar su actividad este verano, y que ya registran grandes pérdidas económicas a estas alturas de la temporada.

Sergio Vinuesa es uno de los dos propietarios de Hulu Ocio Aventura y Naturaleza de Frías, una compañía que organiza actividades deportivas al aire libre como pueden ser rutas en piragua, senderismo, tiro con arco, espeleología, rafting... Sus principales ingresos provienen de la campaña escolar y de los campamentos de verano, que este año se han visto obligados a suspender por el virus.  

El dueño calcula que se les han caído unos 30 grupos grandes y que han perdido la reserva de otros 30. «Las pérdidas son muy elevadas y desde luego que en esta campaña no abriremos. Los meses más fuertes de trabajo van de abril a septiembre y a día de hoy desconocemos si nuestra empresa superará esta crisis y volverá a retomar su actividad. Nos ha golpeado muy duro», expone.