Por si no fuera suficiente con el sinfín de promesas incumplidas y la falta de mantenimiento que soporta la malograda línea de tren entre Madrid, Aranda de Duero y Burgos, cerrada desde hace 11 años, recientemente se ha topado con un contratiempo más: la presencia de una especie protegida de murciélagos en el túnel de Somosierra, que permanece tapiado por un derrumbe. 

Se trata del miniopterus schreibersii o murciélago de cueva, un animal de tamaño mediano que está presente en casi toda la península a excepción de algunas zonas de Galicia, según explica el naturalista burgalés Daniel Saldaña. Frente a otros murciélagos, esta especie, la cavernícola, puede formar colonias de varios millares de ejemplares. De hecho, las colonias de cría pueden superar los 20.000 y las de invierno, los 70.000. Pero más allá de las cifras, la clave está en que el murciélago de cueva se encuentra catalogado en España como «vulnerable» según el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. 

Su establecimiento en el túnel de Somosierra ha obligado al Ministerio de Transportes a conceder una prórroga de dos meses a la empresa que está realizando un estudio sobre las opciones de retirar la bateadora que quedó atrapada en dicho túnel. A primera vista, habrá a quienes le resulten extrañas estas medidas. Pero los expertos no tienen dudas por el papel clave que desempeñan estos animales en aras de la sostenibilidad ambiental. «Son muy sensibles a las perturbaciones y los cambios a corto plazo. Por esa razón, muchas cuevas limitan el paso de visitantes en invierno y verano», apunta Saldaña. 

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