Un nombre de leyenda

JOSÉ A. DEL CURA
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El fallecimiento de Santiago Manguán dice adiós al hombre, pero no a su eterno legado deportivo

La figura de Manguán, abriendo camino al atletismo ribereño, quedará siempre ligada a la historia del deporte burgalés. - Foto: Paco Santamaría

El último fin de semana de enero no sólo el mundo del deporte en la capital ribereña, sino también Aranda entera, y su comarca por extensión, morían un poquito. Lo hacían por el adiós definitivo de uno de los personajes más polifacéticos y polémicos a su vez, que el siglo XX (y parte del XXI también), ha dado en esta tierra. Una luz y una voz con nombre propio que se apagaban tristemente en torno a las 13.30 horas del pasado día 30 de enero, pero cuya estela e impronta tardarán no muchos años, sino décadas, en borrarse de la memoria colectiva.

Y es que, nacido en la localidad ribereña de Caleruega el 25 de agosto de 1941, Santiago Manguán Pascual nunca se caracterizó por dejar a nadie indiferente. Ni en sus grandes hitos como deportista, ni en su posterior faceta como concejal del ayuntamiento de Aranda (en las primeras elecciones de la democracia), ni como escritor (con varios libros publicados a nivel de poesía, chistes y experiencias vitales en un Camino de Santiago que recorrió cuatro veces), ni como pregonero en las pasadas Fiestas Patronales de 2013, donde suyo quedará para la historia uno de los discursos más controvertidos que se recuerdan a nivel político.

Así era Manguán. Un auténtico todoterreno. Un vendaval de realidad que comenzaría a inscribir su nombre con letras de oro en el deporte a sus tiernos 15 años gracias a la bicicleta (empezaría en el ciclismo), y que continuaría posteriormente con el descubrimiento de la que se convertiría en la gran disciplina de su vida: el atletismo.

En ella llegaría a proclamarse campeón de España de clubes primero (1966), y campeón individual de España en Maratón después (1972), llegando a batir el récord vigente nacional cuatro años más tarde, en 1976, al detener el crono en 2 horas, 15 minutos y 19 segundos. Hito, que no se superaría  hasta el inicio de la década de los 80 y que, junto a su segundo entorchado patrio en 1977 y sus platas en 1974 y 1978, redondearían un palmarés de quilates que el ribereño completaría con su momento de mayor gloria individual: el estreno como atleta olímpico en Montreal 1976, convirtiéndose así en el quinto deportista más longevo de todos los tiempos al debutar con 35 años y 6 días (el 31 de julio de 1976), en la cita canadiense.

Tras ello, una amarga lesión en la antesala de la que podría haber sido su segunda convocatoria olímpica, Moscú 80, daría un vuelco inesperado a su futuro en el mundo del deporte, pero para los anales de la historia quedarían ya siempre sus logros personales y, curiosamente, su récord de España de 30 km al quedar eliminada la distancia de las pruebas oficiales. 

Por todo ello y por mucho más, como su carácter amable y picaresco, su bondad, y sus infinitas ganas de trabajar en beneficio de todo el deporte (llegando a organizar una de las pruebas más carismáticas como es el cross que lleva su nombre y colaborar en sus últimos años con el Villa de Aranda), el recuerdo del hombre, Santiago Manguán, quedará para siempre ligado a la memoria de todos.