Alerta sequía

R. PÉREZ BARREDO
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Pantanos que menguan y cultivos que se arruinan. La falta de lluvias y el intenso calor ya dejan su huella en Burgos, pese a ser una de las provincias que mejor están resistiendo una realidad cada vez más preocupante

Alerta sequía - Foto: Patricia

Con cada pisada cruje el lecho cuarteado en la cola del  pantano de Úzquiza, que ofrece estos días un nivel bajísimo, dejando a la intemperie troncos, piedras, vestigios de desperdicios de los cerdos de siempre, que aparecen varados, como restos de un naufragio. Más allá se insinúan perfiles de lo que fue Villorobe, uno de los pueblos sumergidos que, de cuando en cuando, deja exhibir alguna de sus ruina, como un recordatorio de que una vez estuvo allí.En un punto opuesto de la provincia, en Villegas, agonizan de sed los girasoles que sembró en su día Eliseo Martínez. Hay algo común entre uno y otro lugar: el suelo presenta el mismo aspecto. Seco, cuarteado.La sequía es una realidad, por más que en el norte de España no se llegue a límites tan alarmantes como los que ya se dan en el sur. Pero es así. Y, según parece, vamos a tener que acostumbrarnos a periodos cada vez más frecuentes de falta de agua.

Así lo explica Carlos Rad, profesor de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Burgos. «Periódicamente hemos sufrido periodos más húmedos y más secos; eso tiene una cierta cadencia cíclica: en torno a ocho o diez años se repiten esos periodos. Lo que ocurre es que durante los periodos de sequía extrema, que suelen coincidir con otoños e inviernos secos, se encienden las alarmas. Pero como luego llueve en primavera -porque no ha solido faltar el agua en primavera-, muchas de estas sequías se nos olvidan y ya no pensamos que la falta de agua es un elemento acuciante, condicionante de la actividad agraria pero también la turística e incluso la industrial. Lo que está ocurriendo con el cambio climático es que se agudizan los periodos extremos: las olas de calor son más extremas, los periodos de sequía son más intensos... Ese tiempo que antes era de ocho o diez años ahora se repite de una manera más frecuente. Y ahora tenemos una sequía extraordinariamente grave».

Eliseo Martínez ha asumido que la falta de agua y las olas de calor van a mermar su cosecha en un 40 por ciento. Y está preocupado. «Esta finca de las fotos debería tener una producción de 1.500 o 1.600 kilos y se va a quedar en unos 500 o 600. Por la falta de lluvia y exceso de calor, que va todo conjunto», explica. Tiene en torno a 40 hectáreas cultivadas de girasol. Hay fincas en las que casi ni ha nacido porque no llovió después de sembrarlas (el girasol se simbra en mayo)». Admite este agricultor de Villegas que estos largos periodos de sequía empiezan a repetirse cada vez más. «Y el problema es que nunca terminas de aprender, porque nunca sabes cómo va a ser el año que viene. No hay un año igual. Si lo supiéramos, quizás cambiaríamos el sistema de siembra.Y lo que hacemos es seguir el método tradicional, lo que hemos hecho toda la vida. Podemos adelantar un poco la fecha de siembra, pero nada más».

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