Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


El frío

06/03/2023

Qué fácil resulta que las cosas viejas vuelvan a sorprendernos. Antigüedades, reliquias, fósiles, tradiciones, o el simple frío. Nos sorprenden estos fríos como si nunca los hubiéramos tenido. Y en Burgos, o mejor dicho en las viejas castillas, somos expertos en eso, en volver a los orígenes para buscar la originalidad. Y está bien, y es justo, pero tiene poco mérito. Se le ocurre a cualquiera y no va muy lejos. No resuena allende las fronteras de las culturas, las sociedades o las globalidades. Por muy ubérrima que sea esa ubre, no es galáctica. No se proyecta hacia el futuro, ni atrae porvenires. Y así nos va. Podría decirse, parafraseando al Sísifo de Camus, que ese esfuerzo es inútil, tiende a repetirse y acaba siendo estéril, que no hay ningún problema filosófico más serio que éste en nuestras viejas castillas: la esterilidad del desierto y la anchura de la soledad. Cuando viajas por esos páramos inmensos y despoblados, con pueblos en ruinas a lo lejos, se siente la soledumbre del paisaje, la terribilità de la intemperie bajo un cielo que ya ni siquiera se lamenta con el llanto fértil de las nieves. Y lo peor es que no encontramos la forma de resolverlo. El pasado no nos sirve para crear futuro, los planes que ingeniamos no atraen porvenires. Los planes políticos para resolver la decrepitud y la despoblación, por muy razonables que parezcan, han demostrado ser inútiles. ¿Qué podemos hacer? 

Obviamente no tengo la solución, pero sé por profesión, que cuando una solución para los sufrimientos no sirve, hay que cambiarla, cambiar de método y de perspectiva. Sugiero aplicar a esta enfermedad dos vitaminas esenciales: compromiso y constancia. Estas palabras siempre miran hacia el futuro, nunca hacia el pasado. El compromiso tiene que ser político, es decir de todos, y la constancia tiene que ser un ejercicio de repetición. Un compromiso político global y una implicación del sistema productivo con el futuro y el porvenir. Por ejemplo, que políticos y empresarios se comprometan y mantengan una decisión firme en que todos los jóvenes que formemos aquí tengan, al acabar sus estudios, un empleo aquí. Se dice que hay que atraer talento, pero cómo vamos a atraer talento si el nuestro se va. Eso es una falacia, una reiteración estéril de los errores de siempre, tan caduca como que el frío tan nuestro vuelva a sorprendernos.