Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Y dos huevos duros

28/03/2022

La escena forma parte de la historia del cine: al camarote que ocupan los hermanos Marx, polizones en un transatlántico, van entrando sucesivamente una encargada de planta, dos limpiadoras, un técnico de calefacción, el ayudante del fontanero, una joven que anda buscando a su tía Micaela y una manicura. Tras ellos llega el equipo de camareros que transporta en varias bandejas la opípara cena que Groucho ha ordenado poco antes al metre del restaurante mientras Chico iba añadiendo, tras el encargo de cada plato, «¡y también dos huevos duros!». 

Como en Una noche en la ópera, la negociación entre el PP y Vox para formar gobierno en Castilla y León parece estar en manos de un insaciable tragaldabas que, mientras a los conservadores se les llena la casa de gente y el sumiso Mañueco va anotando las exigencias de sus nuevos socios ­ya saben, la presidencia de las Cortes, una difusa vicepresidencia para García Gallardo, tres consejerías…­, grita por detrás: «¡Y Tierra de Sabor!», «¡y la Dirección General de Medios!». 

Todo parece indicar que la ultraderecha ha olido la debilidad de los conservadores y amenaza con retrasar la investidura hasta que Feijóo sea proclamado presidente del PP y se vea por tanto obligado a retratarse con Abascal en Valladolid. Y, mientras el tiempo pasa, va reclamando atribuciones como la política mediática de la Junta (léase los dineros que gasta en publicidad el ejecutivo regional, cuya utilidad no habrá que explicar a nadie a estas alturas) y exige que cada pormenor del acuerdo quede escrito y firmado, por si los guardias. Si alguien pensaba que el bipartito todavía por nacer discurriría por la senda de la cortesía más exquisita, se habrá quedado de pasta de boniato al oír cómo los responsables de Vox sugieren que los del PP no son precisamente gente de fiar y recuerdan al personal que ya le clavaron a Ciudadanos un cuchillo entre los omóplatos. 

Lo cierto es que un acuerdo que parecía cerrado se está enturbiando de mala manera y las patadas vuelan antes de que la pelota haya echado a rodar. Para los que todavía no hayan visto la película, cabe anotar que, cuando el paciente jefe del comedor de a bordo apunta por cuarta vez el encargo de dos huevos duros, el voraz Chico vocea desde el interior del camarote: «¡Que sean tres!».