Rascarse el bolsillo para pagar una infracción es una de las cosas que al ciudadano medio más le duele, sobre todo cuando éste considera que la sanción es injusta. Aunque a veces el primer impulso sea recurrirla para salir impune, lo cierto es que casi todo el mundo prefiere ahorrarse ese tiempo porque, salvo que se trate de un error flagrante, de nada sirve patalear, pues el resultado va a ser el mismo. De ahí que en una ciudad como Burgos solo alegue un 3% de los denunciados. Según los datos facilitados por la concejalía de Seguridad Ciudadana, en 2020 se levantaron 37.472 actas y se presentaron apenas 1.199 solicitudes de anulación de la multa. La gran mayoría se estimaron, pues se trataba de errores en el Servicio de Ordenación y Regulación de Aparcamiento (ORA).

A 850 de los casi 1.200 recurrentes que acudieron al número 1 de la Plaza Mayor el año pasado les dieron la razón y el Consistorio tuvo que anular la denuncia, es decir, un 70%. Son muchas las causas por las que se deben cancelar sanciones impuestas por los trabajadores de la ORA. Se podría decir que la más común es el despiste. Más de una vez ha ocurrido que un conductor se ha confundido al marcar los números para sacar un ticket en el parquímetro. Por ejemplo, alguien que conduce por primera vez un vehículo distinto al propio y termina escribiendo una matrícula diferente. Los propios empleados del servicio también pueden llegar a equivocarse en alguna cifra, en ocasiones porque está tapada por algún tornillo y no se ve claramente.

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