Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


Cicatrices de ciudad

28/03/2022

Según contaba este periódico recientemente, el edificio de la antigua Subdelegación del Gobierno, en la calle Vitoria, sigue sin uso desde 2015. A veces, la noticia es que no hay noticia. Sucede que sufre dejadez y desperfectos y su dueño, la empresa madrileña que se lo compró al Estado, no parece tener plan de hacer mucho con él por el momento. Ya se sabe como van estas cosas, estarán esperando a que sople viento de popa. El caso es que esta construcción, un fabuloso edificio con esa esquina curva tan característica, es una más de las cicatrices urbanas que recorren la ciudad, sin uso, degradándose y con un final incierto. Mientras la urbe crece por la periferia (y por la periferia de la periferia) se va dejando jirones en el interior, en muchas ocasiones entre sus mejores edificaciones. 

Hay ejemplos a patadas de lugares estupendos que languidecen en el mismo corazón urbano. El Hospital de la Concepción, por ejemplo, fue reformado pero ahí sigue en medio de la calle Madrid esperando a que la burocracia lo despierte y llene de contenido. El entorno del Museo de Burgos (que es un museo que existe) es más de lo mismo. Su futura-eterna ampliación no acaba de concretarse y los edificios circundantes (el antiguo cine Calatravas y la residencia Nuestra Señora de Belén) viven tras un candado. Tenemos más. El antiguo hospital General Yagüe, fue demolido (tela) y dio paso a un solar en medio de Burgos, veremos por cuantos siglos; las naves de Renfe en el Bulevar se quedaron a punto, pero nada... Y, por supuesto, nuestro favorito absoluto, el pedazo de Silo de Capiscol, que si lo pilla un concejal de Copenhague te monta un centro cívico-cultural-musical-artístico-experimental para todos los públicos y de fama internacional en dos minutos.

Pero aquí no, esa es la cuestión. Uno puede pensar que no hay dinero, pero también que no hay ideas, ni gusto, ni conocimiento. Salvo contadísimas excepciones (la UBU por ejemplo está recuperando edificios del Hospital Militar para uso universitario), aquí lo antiguo se desprecia, se deja morir y, si se puede, se le mete piqueta. Pero cómo esperar que alguien aprecie estas maravillas (y haga algo al respecto) en un país que se deja caer las iglesias románicas. Eso somos. Salud y alegría.