«Lo que para todos es descanso para mí es una tortura»

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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Hace 5 años que padece un dolor inhumano causado por una artroscopia de cadera. El malestar que le produce sentarse le ha generado un gran desgaste emocional: «Ahora malvivo»

Óscar prefiere no revelar su identidad. El protagonista de su historia, como le pasa a mucha gente, es el dolor. - Foto: Alberto Rodrigo

Cuando habla de su dolor lo hace como si fuera un enemigo a batir pero sin metáforas ni circunloquios bélicos. Más bien al contrario, el relato de Óscar parece estar construido desde un meditado control que en nada se parece a la resignación, y a partir de un conocimiento enciclopédico de lo que le ha ocurrido desde aquella mala tarde en la que entró en un quirófano para someterse a una artroscopia de cadera y su vida no volvió a ser la misma. Y todo sin olvidar que terminar con esa sensación hiriente que no le permite estar sentado como cualquier persona es un objetivo a conseguir antes o después. Este hombre de 45 años relata su periplo de un lustro buscando solución al mordisco permanente con el que convive haciendo referencia más veces a la estructura y nomenclatura de los músculos y a las técnicas quirúrgicas y antiálgicas existentes que a su estado emocional. Solo en un momento se permite un quiebro: «Esto me ha reventado anímicamente, hay un antes y un después en mi vida porque el dolor me ha robado muchas cosas, sobre todo con mis hijos. Ahora lo mío no es una vida, es una ‘malvida’ porque el sentarse es para todo el mundo sinónimo de descanso y para mí es una tortura debido a que todo el tiempo estoy buscando una postura que no me mortifique».  

Deportista desde siempre, Óscar disfrutaba jugando al fútbol sala y haciendo carreras de montaña, y todo iba bien hasta que en un momento dado comenzó a sentir un dolor en la ingle al correr y al agacharse: «Al principio no le di más importancia pero me fui a revisar y el primer médico que me vio, un traumatólogo, creyó que podía ser un choque femoracetabular en la cadera». Este diagnóstico se confirma tras una prueba en Madrid cuyo resultado es que las dos caderas están afectadas. Un choque femoracetabular es una patología de la cadera debido a la presencia de un abultamiento en el cuello del fémur o en el acetábulo, que son los dos elementos que participan en el juego de esta articulación. Su origen se desconoce y es más frecuentes en hombres jóvenes y deportistas, así que Óscar se ajustaba como un guante al diagnóstico.

En esa misma clínica le ofrecen una cirugía como solución pero él había escuchado muy buenas referencias de un hospital privado en el País Vasco cuyo director ha operado a deportistas de élite: «Además me dicen que tienen una técnica vanguardista y muy depurada que me iba a dejar fenomenal. Pregunté por los riesgos y me dijeron que, en todo caso, eran temporales. Lo cierto es que un poco antes  me entró una pequeña duda pero la disipé por el prestigio de la clínica y porque hasta entonces me habían atendido muy bien». Así que llegó «muy tranquilo» al día de la operación, de la que solo recuerda al anestesista diciéndole que le iba a dormir. Él sabe que para esta cirugía es necesario colocar al paciente en una postura determinada pero esto no ocurrió: «No llegué despierto al quirófano, y lo siguiente que recuerdo es estar en la URPA y sentir un dolor fortísimo desde la columna hasta el dedo gordo del pie, y que el médico no me vio».

Con muletas y aún muchas molestias vuelve a Burgos: «En la cama ya me encontraba incómodo, pero fue sentarme y empezaron todos mis males. Sentía en el glúteo un dolor hiriente y como de quemazón, y además la zona me hacía un ruido metálico. Yo me he roto huesos y he tenido cefaleas pero jamás había sentido aquello, es un dolor muy cabrón». De tal calibre era que tuvo que dejar una celebración familiar e ir a buscar alivio, primero a base de remedios caseros (calor) y medicación y más tarde, en Urgencias: «Allí me recetaron más pastillas, llamé a Vitoria para decir lo que pasaba y me dijeron que ya me verían cuando me quitaran los puntos».

«ALGO NO ES COMO ME DICEN». En esa cita no apareció el médico y la enfermera aventuró que podría ser un síndrome del piramidal (una neuropatía por compresión del nervio ciático) que probablemente cedería tras la fisioterapia. Pero no fue así. Intentaron otras cosas (corticoides, plasma...) en vano, y la relación entre la clínica y el paciente se fue deteriorando porque Óscar no se sentía escuchado: «Me decían que era cuestión de estirar y de hacer fisioterapia pero nunca en mi vida he hecho tanta y el dolor iba a peor, a peor y a peor y el ruido metálico era constante». No solo no se siente escuchado sino que empieza a pensar que hay algo que no es como le dicen. «Una de las cosas que hacía para recuperarme era nadar y estando en la piscina me aborda un chico y me dice que me han operado dos veces de la cadera. Le digo que no, que solo una, y me hace ver que tengo cuatro cicatrices, que son los cuatro puntos por dónde los cirujanos entran para hacer la artroscopia. Se lo pregunto al médico, que confirma que habían abierto un cuarto agujero, lo que no me contó en su día». 

Mientras, el malestar va yendo a más. Acude al servicio de Rehabilitación del HUBU donde le piden una electromiografía del nervio pudendo «que se podía lesionar con esta operación y es una de las circunstancias que te impiden sentarte». El resultado de la prueba es, efectivamente, una lesión mixta desmielanizante del nervio pudendo. Sobre el ruido que hacían sus caderas le hacen una ecografía dinámica donde se ven dos resaltes. «La gente se opera por esto y a mí me lo han provocado», afirma. 

Vuelve a Vitoria, donde sus profesionales siguen sin hacer caso de las pruebas que aporta, así que pone una reclamación y, finalmente, le dicen que lo que tiene es un síndrome del glúteo profundo, que abarca innumerables patologías, y le proponen someterse a una terapia experimental: «Lo hice porque estaba desesperado y me hacen una rebaja porque insisto en que son ellos los que me lo han provocado, pero sigo sin mejorar y le escribo un correo al médico que no me contesta». En ese momento se rompe definitivamente la relación, ahora en los tribunales.

Le hablan de un traumatólogo en Santander experto en síndromes de subglúteo y pide una segunda opinión. Este profesional cree que es del pudendo pero no lo ve claro. Ha pasado ya más de un año y Óscar empieza a acusar un profundo desgaste emocional: «Sentarme era y es un suplicio, aún me cuesta enfrentarme a una silla». Tal es así que tiene que adquirir un escritorio para poder trabajar de pie, porque durante todo este periplo no ha estado de baja ni un solo día: «Creo que es lo mejor, estar en casa sin hacer nada no hubiera mejorado mi situación y quizás la hubiera empeorado».

De Santander, otra vez a Madrid a la consulta de un experto en atrapamiento del nervio pudendo que plantea medidas paliativas y descarta operar, pero él, que está convencido desde el principio de que es el ciático, insiste con el de Cantabria mientras una ecografía que se hace en el HUBU muestra, precisamente, un engrosamiento del nervio ciático a su paso por la parte de detrás de la cadera. Paralelamente sigue haciendo rehabilitación, va a la piscina, aborda todo tipo de terapias, busca posiciones corporales que no le mortifiquen y se va fortaleciendo mentalmente, cada vez más consciente de que durante la intervención de Vitoria pasó algo que nadie le explicó. Óscar nunca ha parado de buscar cualquier de ayuda. Dio en Madrid con otro médico que le dijo que no le iba a curar pero que le iba a mejorar algo su calidad de vida y así ha sido. Le ha indicado una técnica que se puede hacer en el HUBU y aquí está siendo tratado aunque con el ojo puesto en un médico catalán con quien tiene una cita en breve: «Estoy muy cansado pero no pienso tirar la toalla». 

Sobre la recuperación de la unidad del dolor del hospital burgalés resalta la importancia que tiene para los pacientes: «Es lo mejor que le puede pasar a la provincia. Hay mucha gente que vive con dolores puñeterísimos, lo sé porque he indagado mucho y he conocido muchos casos en foros de internet sobre el dolor. Allí he encontrado mucha ayuda, ha sido muy importante para mí saber que no estoy solo».