Una tesis de altura

B.G.R.
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El trabajo del burgalés Roberto Merino ha sido elegido como el mejor de Europa en aeronáutica. Su objetivo, reducir el ruido de los aviones

Una tesis de altura - Foto: Jesús J. Matías

Siempre le han fascinado los aviones. Eso de que «algo tan grande pueda llegar a volar». También le entusiasmaban las matemáticas y la física. Roberto Merino Martínez era claramente un chico de ciencias cuando estudiaba en el instituto Cardenal López de Mendoza. Ahora, a sus 28 años y ya con el grado académico de doctor, acaba de recibir el reconocimiento de la organización europea Clean Sky por haber presentado la mejor tesis de ingeniería aeronáutica.

Su objeto de análisis, y uno de los mayores problemas de esta industria, es cómo reducir el ruido de los aviones. «El tráfico aéreo aumenta continuamente y en Europa, que hay mucha densidad de población, esto empieza a ser un problema porque la gente vive muy cerca de los aeropuertos», explica este ingeniero, al tiempo que hace referencia a estudios que relacionan esta situación con enfermedades como «pérdida de audición o aumento del riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares».

La principal línea de investigación se centra en el estudio de la procedencia del ruido de las aeronaves, algo que sostiene que es posible saber mediante la colocación de una «gran cantidad de micrófonos en la pista que graban de forma simultánea cuando pasa un avión» y cuyos resultados son interpretados después aplicando fórmulas matemáticas. De esta forma, se puede conocer la «posición exacta» de la fuente de sonido y a partir de ahí ha obtenido una de las conclusiones más relevantes que aparecen en su tesis doctoral.

Merino Martínez explica que así como en el despegue son los motores del avión los  causantes del ruido, al tomar tierra lo es el tren de aterrizaje. «En las ruedas del avión hay unas cavidades que al interactuar con el viento producen un sonido semejante al de una flauta y, precisamente, este tipo de ruidos son muy molestos para el ser humano», subraya, apuntando al cierre de las mismas como solución. Eso en cuanto a su línea de investigación, porque, tal y como le preguntó su tribunal evaluador, las posibles soluciones de futuro al problema en cuestión son variadas. En este sentido, apunta a la posibilidad de realizar «rutas alternativas de aterrizaje bajando en círculo o emplear motores eléctricos».

Merino Martínez ha desarrollo todo su estudio en la Universidad de Delft, en Holanda, a donde viajó hace cuatro años por una oportunidad laboral que no le ofrecían en España. Allí comenzó su trabajo doctoral mientras intentaba adaptarse a una vida y a un nuevo país. Asegura que esos inicios fueron lo más duro de toda esta etapa, hasta que con el apoyo de otros compañeros y las directrices de sus profesores halló el camino a seguir.

13 artículos. Fueron las buenas críticas de su tesis, con 13 artículos en publicaciones científicas, las que le animaron a presentarse al premio de Clean Sky, organización de la que forman parte la Comisión Europea y la industria aeronáutica con el fin de conseguir una aviación más sostenible. No sabe con cuántos jóvenes europeos compitió, «me dijeron varios centenares», pero sí que logró el primero de los tres galardones que otorga y que consistió en un diploma y entradas para un espectáculo aéreo en París.

Con el trabajo ya hecho, este ingeniero continuará otros tres años en Delft, un pequeña ciudad situada entre Róterdam y La Haya, con un contrato de investigación en la misma universidad que compagina con la colaboración en una consultora aeronáutica, donde diseña un túnel de viento para realizar distintos experimentos aeroacústicos. Y es que, asegura que también siente «curiosidad por el mundo empresarial», al igual que muestra su deseo de volver algún día a España y en concreto a Burgos, ya que Madrid, donde estudió Ingeniería Aeronáutica en la Universidad Politécnica, le resulta una ciudad «demasiado grande y caótica».