Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


Dios te libre

23/03/2022

En un territorio que no ha sido nunca excesivamente prolijo en grandes referentes políticos, económicos, sociales ni culturales como el burgalés, tan yermo hoy, más que nunca, de faros que disuelvan las sombras que como la del ciprés de Miguel Delibes se cierne alargada sobre nuestro futuro más inmediato, necesito aferrarme, como a un salvavidas en medio de la tempestad, al pensamiento libre, transversal y universal que, en esta época y en este lugar, nadie logró encarnar con mayor humildad como el burgalés Félix Rodríguez de la Fuente, y que continúa proyectándose hacia el futuro gracias a la labor divulgadora de su hija Odile y a los millones de seguidores que antes de que existiera Instagram logró enganchar a su mensaje  de amor hacia la vida, hacia la naturaleza.

Recuperar la comunicación reconciliadora, alejada del odio que se agazapa tras el yo, primero y volver hacia el humanismo y existencialismo de su voz, con la que procuraba despertar la curiosidad intelectual del ser humano, su defensa de la vida, del respeto al prójimo y al medio ambiente, así como su pasión por conectar al hombre con la naturaleza de la que forma parte, está dejando de ser algo opcional y comenzando a convertirse en absolutamente necesario.

Sólo las ideas de personajes agitadores de conciencias de la talla de Félix Rodríguez de la Fuente o de otros que como él nos alejen del papanatismo que como una mancha de aceite se extiende por todo el país, pero que es especialmente espesa en Castilla y León, pueden ayudarnos a crecer como seres humanos, como ciudadanos y como pueblo. 

En Poza de la Sal, cuna de Rodríguez de la Fuente, un sencillo itinerario conduce al visitante por las calles de su infancia. En las placas que van explicando sus correrías y las de sus amigos, se recuerda el nombre con el que fue bautizada su pandilla: Dios te libre. Me quedo con él, porque vamos a necesitar de toda la ayuda celestial y terrenal, presencial y virtual, del mundo, para que la involución que parece haber convencido a una parte importante de los castellanos y leoneses, y también de los burgaleses, no nos haga regresar a aquel lugar en el que el lobo era el enemigo del hombre, y no su igual.