Un sí quiero a ritmo de verbena de pueblo

M.G.
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Mario Revilla, un joven de 28 años, se armó de valor y pidió matrimonio a Raquel Enrique, de 21, encima del escenario de la orquesta en las fiestas de Caleruega. Llevan juntos un año

Raquel Enrique Guzmán, una joven de 21 años de Castillejo de Mesleón (Segovia), no se imaginaba la que se le venía encima. Su novio, Mario Revilla Sánchez, de 28, lo preparó todo para que la madrugada del jueves, en plenas fiestas de Caleruega, ya sea inolvidable para ambos.

La verbena empezó como cualquier noche. Una vez que la orquesta tocó las cuatro primeras canciones, Mario ya sabía lo que se acercaba. "Hubo un momento en el que le perdí de vista y ya me imaginé que estaría montando una de las suyas", reconoce Raquel y añade que "en cuanto mencionaron nuestros nombres para subir al escenario yo pensé: no voy a subir". Pero lo hizo y se llevó una grata sorpresa... delante de una plaza hasta la bandera. Mario empezó a cantar la canción Mon Amour de Zzoilo y Aitana. "En cuanto llegó la frase 'voy a ir directo a ti', me arrodillé y la enseñé el anillo", confiesa el joven con entusiasmo. Ella, que es más tímida, aceptó con un sí y ambos se fundieron en un beso y un abrazo, al tiempo que todos los presentes les vitoreaban. Ahora que está más relajado, Mario confiesa que "cuando estaba en el escenario hice como que no veía a toda la multitud, prefería imaginar que había una pared delante porque encima me conocía todo el mundo".

La historia de ambos se remonta a la boda de la prima de Mario en Riaza, donde se conocieron. "Una cosa llevó a la otra y pensé 'este es mi lugar'", asegura él entre risas. Vamos, que su relación empezó hace tan solo un año. Saben que es poco tiempo pero ambos recalcan que "cuando ves que esa persona es tu compañera de vida, no hay por qué esperar".

Un sí quiero a ritmo de verbena de puebloUn sí quiero a ritmo de verbena de pueblo - Foto: DB

Mario lo ideó todo para que sucediera en Caleruega, porque tiene un cariño especial a su pueblo, tanto que aunque aun es muy pronto para hablar de planes de boda, el joven defiende que tiene "más que decidido que debe hacerse en la iglesia de aquí. Es el único requisito que le he puesto a Raquel, la fecha y todo lo demás no me importa, puede elegir ella lo que quiera".

Además, no le costó nada convencer a la orquesta para que le permitieran protagonizar semejante momento, inédito en el pueblo. Y es que el dueño es amigo suyo, ya que aunque trabaja en la viticultura, siente gran pasión por la música, lo que le ha llevado a tocar en verbenas, charangas e, incluso, en el concierto del 25 aniversario de Sonorama Ribera. Ahí ya tenía decidido que hincaría rodilla. Aunque la canción de la pareja es otra, Mario sabía que Mon Amour iba a conseguir algo especial para que el público la cantara con ellos y la frase con la que se arrodilló le vino como anillo al dedo, nunca mejor dicho.

Con toda la emoción del momento, no han tenido tiempo ni para asimilarlo. "Mi madre se enteró cuando fue a misa y todo el mundo le daba la enhorabuena. Ella no entendía nada así que me llamó más tarde y se lo conté todo", admite Mario. Los únicos planes de futuro que tienen pasan por mudarse juntos a Aranda de Duero. "A mí no me importaría vivir en Madrid, pero parece que las tierras tiran de ella y la han convencido para venirse aquí", comenta Revilla. No han pasado ni 24 horas y ya hay quienes le preguntan cómo lo ha hecho para montar una pedida tan peculiar.

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