"Fuimos 'viñólogos' antes que enólogos"

Albert M. Lopez-amor
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Rioja es bandera principal de España en vinos en todo el mundo. Tiene tradición, maestros, pioneros, calidad y futuro. Así lo ve esta directiva, cuarta generación de la familia, propietaria y directora de Bodegas López de Heredia Viña Tondonia

María José López de Heredia. - Foto: Yolanda Ortiz de Arri

Su bodega lleva el nombre de un viñedo histórico de la Rioja Alta. ¿Qué importancia tiene la viña para ustedes?

Muchísima. Nuestro bisabuelo y fundador nunca había cultivado una cepa ni había elaborado vino antes de llegar a La Rioja. Había nacido en Santiago de Chile, hijo de emigrantes del País Vasco. De muy joven luchó en las guerras carlistas y tuvo que exiliarse. A su vuelta, llegó a La Rioja contratado por negociantes franceses que le enseñaron a hacer vino y le transmitieron la importancia de tener viñedo propio para conseguir la más alta calidad. Compró Viña Tondonia y durante mucho tiempo fuimos de los pocos bodegueros también viticultores. Como decía nuestro padre, fuimos ‘viñólogos’ antes que enólogos.

¿Qué características singulares tiene su zona?

Rioja Alta, y Haro en particular, se caracterizan por sus suelos de gran vocación vitícola, pobres, arcillo-calcáreos, de buen drenaje. Y con un microclima protegido por la Sierra de Cantabria, con un gran salto térmico.

¿Qué vinos salen de este terroir?

Vinos con capacidad de envejecer mucho y bien, con finura, poco grado alcohólico y gran nervio, es decir, con acidez.

Desde una perspectiva agrícola y climática, ¿qué aspectos están afectando al viñedo?

Para bien o para mal, todo influye. La viña depende de la naturaleza y los humanos somos parte de ella, con nuestras intervenciones. Porque el terroir incluye también nuestro conocimiento y experiencia. En parte por eso los vinos siempre han sido diferentes, siempre han cambiado y no estamos particularmente más sometidos a cambios que en otras épocas. El hombre siempre ha luchado por conseguir el difícil equilibrio entre explotar a la naturaleza y respetarla entendiéndola y amándola. Hoy creemos tener mayor preocupación medioambiental pero sabemos, porque está en nuestros archivos, que nuestros antepasados también se preocuparon mucho.

Viña vieja ¿sí, no, por qué?

Viña vieja y buena, por supuesto. Tiene más reservas, da menos cantidad y, como consecuencia, mayor calidad. Pero no se trata solo de la edad sino de la coherencia a lo largo de su cultivo. Todas nuestras decisiones hacen variar los resultados. Por eso el mundo del vino es apasionante, porque en función de lo que cada cual haga el resultado es distinto.

¿Cómo ve la propuesta de zonificación y clasificación de viñedos que se está empezando a hacer en la DOCa Rioja y en otras zonas?

Rioja ya estaba dividida en zonas hace muchos años. Creo que las nuevas propuestas responden más a intenciones comerciales que de verdadera mejora. Un vino no es mejor por venir de tal o cual parcela sino porque es bueno y para que lo sea hay que sacrificar mucho y creérselo, independientemente de la clasificación territorial.  

Vuestro enfoque a las crianzas y guardas largas os diferencia del resto del sector. ¿Hace eso menos relevante el aspecto del viñedo?

En absoluto. Siempre hemos elaborado vinos para envejecerlos, pero no se pueden hacer vinos de guarda sin una buena calidad de uva. Un gran vino viejo lo es porque ha sido grande de joven y eso solo se consigue con buena uva.

¿Por qué esa obsesión riojana por la regularidad y la continuidad del estilo del vino? ¿No empieza a aceptar el mercado las diferencias entre añadas?

No habríamos durado 142 años sin que los clientes tuvieran seguridad en un estilo. Tendemos a hablar mucho de viña y bodega y nos olvidamos de algo muy importante: los que beben.

¿Cómo está la DOCa Rioja?

Vieja, como las viñas. Con experiencia y siempre con problemas. Pero así es la vida. El día que Rioja no tenga problemas ni nada que mejorar, o morirá de éxito o habrá desaparecido.

¿Qué aspectos hay que mejorar?

Sobre todo creer que podemos hacer grandes vinos y hacerlo de forma activa, no solo teórica.

Volviendo al viñedo, ¿cuál es su favorito?

Viña Tondonia, sin duda. Además, ha sido históricamente muy importante para la promoción de nuestra marca. Ya fue utilizado por nuestro bisabuelo hace muchos años con un precioso dibujo hecho por Antonio Prast en 1924. Representar el viñedo no es un concepto actual sino algo que ha vuelto.  

El mundo del vino parece experimentar una aceleración constante, con nuevas tendencias, mercados, marcas...  ¿Cómo vive ese fenómeno?

Hemos visto muchas modas llegar y desaparecer. Es bueno que las gentes del vino sean inquietas. Quizá nosotros estamos entre los más lentos y nuestra apuesta es hacer lo mismo durante periodos continuados... Si las cosas se han hecho bien durante tantos años, ¿por qué cambiarlas? Tuvimos muy buenos ejemplos en nuestro bisabuelo, abuelo y padre.

¿Es crítica, optimista, pesimista?

Siempre optimista, y de ser crítica, procuro ser constructiva. Lo demás no sirve para nada. En nuestra casa procuramos predicar con el ejemplo y necesitamos clientes cultos y exigentes, que amen el vino y sean grandes conocedores de nuestro mundo.

¿Bebe vinos de otras zonas?

Ya lo creo, amo las burbujas, el jerez, los vinos italianos y, cómo no, los franceses. Me quedo con los grandes vinos de finura, vengan de donde vengan. Todavía no he probado suficientes vinos de todos los lugares pero me aplico y me gusta. Los bodegueros, en general, somos compradores de vino y, como cada vez somos más, no hay que infravalorar nuestro potencial como clientes dentro de nuestro propio sector.