Sonora solidaridad

MARINA URIZARNA
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Más de 800 conductores se concentraron ayer para retomar, tras dos años, la tradicional Cabalgata Motorista y llevar el aguinaldo a los ancianos de Santa Teresa Jornet y las Hermanas Hospitalarias

Más de 800 motoristas se concentraron para desfilar por las calles de Burgos. - Foto: Luis López Araico

Desde vespas del año 68 hasta motos deportivas de última generación, elegantes Harleys, scooters de colores, y quads. La variedad  de vehículos de dos ruedas ayer era absoluta, y moteros y amantes de ruido con gorros de Papa Noel y largas y rizadas barbas blancas ya calentaban motores desde las 11 horas de la mañana, para desfilar en la tradicional Cabalgata Motorista y llevar el aguinaldo solidario hasta el asilo de Santa Teresa Jornet, donde los ancianos esperaban con una gran sonrisa ante la grata visita de los más de 800 motoristas que acudieron al desfile. 

La de ayer fue la primera vez en dos años que los moteros pudieron reencontrarse en las calles Crucero y SantaCruz para iniciar el recorrido, y la ilusión se pudo palpar en aire. «Teníamos muchas ganas de volver a reunirnos, además te encuentras con gente que solo ves aquí año tras año y es algo muy especial, porque conoces a personas con tu misma pasión», comentó Eugenio Navarro, presidente del Real Moto Club Burgalés, que organiza cada 25 de diciembre la tradicional campaña desde hace 54 años. Y por si no fuera suficiente con la emoción de retomar la cabalgata, moteros y viandantes se volcaron en la tarea de donar productos típicos navideños para el aguinaldo, que recoge la sociedad deportiva para entregar en las residencias. Este año ha sido el que menos alimentos ha logrado recaudar de las últimas ediciones, pero Navarro quiso destacar la colaboración de las empresas de morcilla de Cardeña y Sotopalacios, que se volcaron en la labor solidaria. 

A las 12 del mediodía, puntual como un reloj, la multicolor comitiva formada por motos navideñas, conductores disfrazados de renos, cascos decorados de Santa Claus, y globos ondeando de los vehículos, inició el desfile ante la mirada y los gritos de los burgaleses que salieron a la calle a ver la variopinta cabalgata. Los jardines de la residencia Santa Teresa Jornet cambiaron las sillas de ruedas por las motos, y los conductores hicieron fila para dejar el aguinaldo bajo el Belén situado en la recepción del asilo, que fue de menor tamaño que el que se coloca otros años, y obtener el pequeño detalle de un calendario para el año que está por entrar y un llavero con un motivo religioso. 

Los ancianos recibieron a los motoristas con brillo en los ojos. Muchos de ellos, atónitos, preguntaban el motivo de que tanta gente acudiera allí a verles. «Se llevan una alegría cuando les explicamos que vienen a traerles el aguinaldo y disfrutar de un rato con ellos, están acostumbrados a pasar mucho tiempo en soledad, incluso en las fechas de Navidad, y algunos ni siquiera tienen visitas, por eso esto les hace tan felices», apuntó una de las monjas del centro de Santa Teresa Jornet, que colabora con el Real Moto Club Burgalés en esta tradición solidaria desde hace más de 25 años. Una vez allí, aunque en un primer apunte la entrada se iba a limitar a 15 personas por más seguridad ante la covid, el momento hizo que pudieran pasar dentro todos los presentes. Los motoristas cantaron villancicos con los ancianos en el comedor, pasearon con ellos por los pasillos del asilo y les felicitaron la Navidad. Tras la entrega del aguinaldo en la residencia de la carretera Poza, acudieron también al Centro Asistencial de las Hermanas Hospitalarias, en la calle de las Delicias, para alegrar la mañana a los mayores y personas con discapacidad intelectual que residen allí.