Solas y con miedo

R.P.B. / A.G. / Burgos
-

El ejercicio de la prostitución no es inocuo. El intercambio sexual continuado y no deseado deja huellas en el cuerpo pero, sobre todo, en el alma

Ejercer el sexo de forma continuada y no deseada es una fuente de problemas emocionales y físicos que las ONG que trabajan con prostitutas y los médicos que las apoyan tienen identificados.

Aislamiento

Viven en la sombra, permanecen invisibles, tratando con todo aquello que la sociedad y los hombres quieren ocultar. Esta sociedad estigmatiza y excluye a las mujeres que se encuentran en contextos de prostitución. Hay algo todavía más dañino y más profundo que permanecer oculto y ajeno a la sociedad, y es la percepción, que muchas de estas mujeres tienen, de no importar a nadie; la percepción de que, si algo les ocurre, si algo les duele o les preocupa, no haya nadie a quien le interese. Como consecuencia de ello, en muchas ocasiones la soledad se les hace insoportable.

Miedo y estrés

Las mujeres están sometidas a un ambiente de estrés continuo.Estrés que produce miedo e inseguridad de forma intensa, así como incomprensión sobre lo que está pasando. Los síntomas más característicos son: dificultades para concentrarse y conciliar el sueño, irritabilidad, respuesta de alarma (sobresaltos) y aprensiones exageradas. Es un mundo que convive con la incertidumbre y el miedo, siempre en el límite de lo clandestino, de lo delictivo, pendiente del tipo de cliente que acude, etc. Ello produce un desgaste de energía enorme, energía que no se destina a construir un proyecto ni a manejar la vida acorde con los sueños que llevaron a esa persona a la prostitución.

Pérdida de ritmo social

La distribución que estas mujeres realizan de su tiempo (día-noche, descanso-trabajo) es fundamental para comprenderlas, pues hace que progresivamente vayan perdiendo más el contacto con realidades ajenas al mundo de la prostitución. Por esta razón, cualquier planteamiento del abandono de la actividad resulta todavía más difícil.Asimismo, sufren un deterioro muy pronunciado de su salud física, producto de los malos hábitos de sueño y alimentación.

Desconfianza

Gran desconfianza, carencia de vínculos afectivos o relaciones íntimas en sus grupos de iguales... Hay que tener en cuenta que este sentimiento viene dado, en el caso de las mujeres extranjeras, por el hecho de haber vivido muchas situaciones de engaño desde el inicio de su viaje a España y por los múltiples abusos que han sufrido.

No autodeterminación

En este mundo, hay muchas decisiones sobre su vida y su cuerpo que estas mujeres no toman, y que además van en contra de sus deseos, sus valores o de lo que les hace sentirse vivas.Se acostumbran a no tomar protagonismo en su vida, la viven como si las situaciones que van apareciendo no les ocurrieran a ellas.

Deterioro de autoestima

El abuso, la humillación o el menosprecio que padecen les produce una pérdida de autoestima, y comienzan a verse como las ven quienes las solicitan, llegando a la desesperanza y la desilusión.

Dependencias

No es infrecuente que las prostitutas utilicen sustancias y conductas  adictivas que les permiten huir de su realidad logrando un efecto beneficioso a corto plazo. Además, el ambiente en el que viven les empuja con mayor facilidad al ‘enganche’ al alcohol, las drogas y el juego y muchos proxenetas prefieren a mujeres adictas para mantenerlas vinculadas a ellos de forma permanente.

infecciones

A pesar de que ellas se cuidan y suelen ser escrupulosas con las relaciones, no es infrecuente que presenten enfermedades venéreas como sífilis, gonococias o vaginitis, que cursa con un gran dolor en la vagina y flujo abundante. Pablo Pérez Luengo, médico objetor que atiende a estas mujeres aunque no tengan ‘papeles’, afirma que también les suele diagnosticar enfermedad pélvica crónica, denominación que se da a un dolor permanente en la pelvis y en la vagina. Otros trastornos que suelen estar vinculados al ejercicio de esta profesión son los del sueño, debido a su forma de vida y a los horarios intempestivos con los que trabajan, y el estreñimiento, por la mala alimentación y la ausencia de buenos hábitos.

Depresión

Muchas de las mujeres que se dedican a la prostitución sufren depresiones enmascaradas, ansiedad y somatizaciones e, inicialmente, les cuesta aceptar los tratamientos, según la experiencia de Pérez Luengo.