Una fertilidad porcina de premio

I.M.L.
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La granja que Silvio Romaniega gestiona en Quemada recibe el reconocimiento por ser la que registra más partos en toda la región. Las instalaciones, además de implementar energías renovables, procuran el máximo bienestar animal

Silvio Romaniega acude en contadas ocasiones a su granja de Quemada, porque tiene confianza ciega en el equipo de personas que la gestiona a diario. - Foto: I.M.L.

Los premios nacionales del sector porcino han reconocido, una vez más, la labor del ganadero ribereño Silvio Romaniega. En este caso, por los resultados obtenidos en sus instalaciones en Quemada, en la que ha logrado la mayor tasa de fertilidad de sus hembras de Castilla y León, la segunda a nivel nacional, con unos resultados positivos de 94,72% de partos de cerdas por cada centenar inseminadas. En el trabajo de su día a día, y el de su equipo de 12 personas, basa estas cifras destacadas, con una receta en la que los ingredientes principales son el cuidado estricto de la sanidad de los animales, la mejora continua de las instalaciones y la apuesta por toda la tecnología que pueda ser de ayuda.

Esta granja se encuentra ubicada en una finca de monte de diez hectáreas, de las que ocupa 14.000 metros cuadrados con seis naves en las que cuidan a 2.400 cerdas madres para producir unos lechones para su futuro engorde, que no salen de sus instalaciones hasta que no están destetados y pesan unos 20 kilos. «Logramos 33,1 lechón por cerda al año de media, y eso es porque mimamos el bienestar animal y su salud, nadie tira piedras contra su propio tejado», apunta Silvio Romaniega consciente de que, de no tratar con máximo cuidado a sus animales, no lograría esos resultados.

Desde que abrió esta granja, allá por la década de los años 90 del siglo pasado, Romaniega ha visto cómo se han modificado las normativas, tanto nacionales como de la Unión Europea, para garantizar el mejor producto, siempre basándose en el bienestar animal. «España es el único país que limita el número máximo de madres en una explotación y desde la UE ya hay muchas pautas marcadas para el bienestar animal, como que tanto las madres como los lechones tienen que tener juguetes o la prohibición de los antibióticos, que nos obliga a extremar las medidas sanitarias», expone este empresario ganadero. Tanto es así que en su granja no ha entrado un animal de fuera desde hace diez años y ellos mismos son los que mejoran la propia genética de los cerdos.

Además, esta granja produce un tercio de la energía que consume. «Tenemos placas térmicas desde hace 20 años, pero también hemos puesto fotovoltaicas y una caldera de biomasa», apunta Romaniega, junto a la defensa de los purines que genera para el entorno agrícola. «En la balsa tenemos un tratamiento para que no huela y este producto es más beneficioso que los nitratos, que son minerales más contaminantes para el suelo», explica este ganadero.

Para aquellos que critican al sector porcino, Romaniega se apoya en las cifras. «La ganadería sólo genera el 7,8% de los gases de efecto invernadero, muy por debajo del transporte (29,1%), la industria (24,3%) o la generación eléctrica (13,7%). Eso se notó en la pandemia, que bajó la contaminación porque pararon las empresas, nosotros no paramos», argumenta. «Y eso de que no fija población en el entorno rural es falso», sentencia, ya que sólo él tiene 26 trabajadores entre esta granja y la que gestiona en Caleruega. «Hay que saber de qué se habla para criticar, no hacerlo desde la ciudad, que no conocen esta realidad», asegura.