El enigma del arsenal de Los Ausines sigue sin resolverse

F. TRESPADERNE
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La campaña de excavaciones ha permitido unir unos 32 metros de una muralla de tres metros de ancha y seguir trabajando en un basurero que, sorprendentemente, está en su parte interior

La muralla se encuentra en una zona intermedia de un yacimiento que presumiblemente se extendía hasta la zona de la cantera. - Foto: DB

La segunda campaña de excavaciones en el yacimiento de Los Ausines, a pesar de los numerosos hallazgos localizados por el equipo que dirige el arqueólogo Ignacio Ruiz Vélez, no ha servido para resolver completamente el enigma que se planteó hace dos años a raíz de la localización, por parte del Seprona de la Guardia Civil, de un arsenal de 92 piezas arqueológicas (74 puntas de lanza, espadas, puñales y arreos de caballos) en poder de un anticuario de Toledo.

Las investigaciones permitieron determinar que ese arsenal procedía de un mismo lugar, la cantera de Los Ausines, que rodea un espacio que ya estaba considerado como yacimiento arqueológico, y a partir de ese momento, gracias al impulso económico del Ayuntamiento, con su alcalde, Santiago García, a la cabeza, se realizó la primera de las campañas y se ha llevado a cabo la segunda, en esta ocasión con financiación de la Diputación, que ha finalizado este fin de semana y ha permitido continuar avanzando en las investigaciones, pero sin llegar a confirmar todas las hipótesis planteadas. La principal, en el caso de que todas las armas formaran parte de un mismo depósito, «intentar conectar ese depósito votivo  con un santuario», apunta Ruiz Vélez, quien insiste en que «encontrar la estructura de un santuario sería lo ideal», pero en este campaña no ha sido posible y en ello se trabajarán en la próxima, «en la que también continuaremos trabajando en la muralla», matiza.

A pesar de que no ha sido posible establecer esa conexión, que permitiría asegurar que ese arsenal de armas intervenido en Toledo formaba parte de un depósito votivo, es decir de ofrenda a los dioses,  la campaña ha sido «fructífera», señala Ruiz Vélez, quien destaca el hecho de que se ha podido unir un tramo de 32 metros de una muralla, que califica de «sorprendente» por sus tres metros de anchura y su solidez, aunque no se utilizó ningún material para unir las piedras.

Se han seguido recogiendo restos en un basurero en el que ya se trabajó. Se han seguido recogiendo restos en un basurero en el que ya se trabajó. - Foto: Valdivielso

«Es una muralla muy sencilla, con un paramento interno y otro externo, hecha con sillarejos y asentados en seco, no tienen ningún tipo de argamasa. Son bloques de mediano tamaño y muy bien alineados, y lo sorprendente son su tres metros de anchura, es una muralla soberbia», asevera Ruiz Vélez. 

El año pasado, gracias a una prospección geofísica previa, el equipo arqueológico pudo definir la línea de esa muralla que discurre por el borde de cerro y también un basureo en el que han seguido trabajando en esta campaña y que curiosamente se encuentra en la parte  interior de muralla. «Es un basurero especial porque no es habitual que se encuentren en la parte interior, suelen estar fuera del recinto, y en él han aparecido restos de todo tipo», apunta Ruiz Vélez. Del análisis de los huesos obtenidos el año pasado se ha podido constatar que la especies dominantes son bóvidos y ovicápridos, hay muy pocos de caza o de animales salvajes, «circunstancia que coincide con muchos basureros de la II Edad del Hierro», matiza Ruiz Vélez.

En ese mismo basurero, en esta campaña se han localizado «más de lo mismo, con restos de cerámica, muy poco decorada y de factura un poco grosera, hecha a mano y muy poco cuidada, con pastas poco compactas», indica Ruiz Vélez, quien matiza que se corresponden a vasos de tamaño grande para almacenaje, de tamaño mediano para trasladar de la bodega a la mesa y luego la cerámica «más fina, que es la de mesa, de factura más fina e incluso con la superficie interior espatulada», señala.

Dos épocas diferentes. Por lo que respecta a los pocos restos de fragmentos de cerámica decorada, Ruiz Vélez apunta que se corresponde con los de la necrópolis de Ubierna y de Monasterio de Rodilla, es decir, de 350-400 años antes de Cristo. «Es curioso porque este contexto que estamos encontrando no se corresponde con el de las armas ya que estas, según el estudio realizado, nos llevan a finales del siglo III y durante el II, aunque no es ninguna discordancia si se trata de un depósito en un lugar sagrado porque perviven durante muchísimo tiempo».

Otra explicación para ese salto en el tiempo es que «la cantera ha rodeado ese espacio y nosotros estamos excavando en un  espacio intermedio, a mediana altura, es decir, habría una parte alta (se correspondería con la acrópolis) que se habría cargado la cantera y ahí podría estar el santuario», matiza Ruiz Vélez, quien insiste en que «encontrar la estructura de muros del santuario sería lo ideal».

Otro de los interrogantes que se plantea  el equipo de investigadores es el papel que juega la muralla en un sector intermedio, «cuando lo normal es que esté en la periferia» matiza Ruiz Vélez, quien espera despejar esta y otras dudas la próxima campaña. «En España se conocen pocas acumulaciones de armas y suelen estar vinculadas a actos de tipo religioso», afirma Ruiz Vélez, cuya hipótesis de trabajo es corroborar que ese depósito de armas procede de un santuario.