Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


División en la Fiscalía

23/09/2020

¡Que escándalo, qué escándalo, he descubierto que aquí se juega!, decía el capitán Renault en Casablanca mientras recibía el dinero de sus ganancias. ¡Que escándalo!, las declaraciones del teniente fiscal del Tribunal Supremo y número dos de la Fiscalía General, Luis Navajas, sobre las supuestas presiones recibidas por otros fiscales de sala contrarios a su informe exculpatorio en el caso de las querellas presentadas contra el Gobierno por la gestión de la COVID-19 acaban de demostrar lo que se sabía, que los fiscales están divididos según su ideología y que algunos pueden ser más esclavos de ella que otros. Nada nuevo bajo el sol, a pesar de que decirlo con meridiana claridad levanta ronchas en un ámbito de la justicia que por mandato constitucional debe actuar bajo los principios de imparcialidad y defensa de la legalidad y del interés público.

Las manifestaciones del fiscal Navajas han sorprendido en todo el ámbito de la justicia y sobre todo de la Fiscalía tanto por su personalidad y profesionalidad como por el tono de indignación de su intervención pública y por el fondo de sus palabras en las que acusó a dos fiscales, la exfiscal general del Estado, Consuelo Madrigal, y al fiscal del procés, Félix Cadena de ser “esclavos de su ideología” y de tratar de influirle en el sentido de su escrito.

La intrahistoria de esta crisis desatada en la Fiscalía General está por desentrañar y habrá que esperar a más reacciones de los implicados, o de sus entornos, para hacerse una idea clara de lo que ha podido pasar. El malestar en el seno de este órgano judicial está servido desde que asumiera el cargo Dolores Delgado, inmediatamente después de dejar de ser la ministra de Justicia del primer Gobierno de Pedro Sánchez. Pero este hecho, que para unos es determinante en la situación actual, no lo es ni más ni menos para su nombramiento que otros tenidos en cuenta para la designación de otros titulares por otros gobiernos, que han accedido al cargo con el mismo estigma de ser de la misma cuerda del Ejecutivo de turno.

El detonante del enfrentamiento entre los fiscales está entre otras causas en la decisión de Luis Navajas de no convocar la Junta de Fiscales de Sala para abordar las líneas generales de su informe sobre las querellas contra el Gobierno, con el pretexto de que el informe saliera adelante con el mayor respaldo posible. Dada la constitución de ese órgano, el fiscal Navajas no habría tenido ningún problema para que su tesis se hubiera impuesto. Sin embargo, la reunión habría sido un altavoz potente para los fiscales conservadores que consideraban que el Gobierno sí tenía que ser enjuiciado, como habían venido manifestando y se evidenciaría la división en el seno de la Fiscalía. “Con esa tropa yo no voy a la guerra”, dijo Luis Navajas para justificar que no convocara al órgano asesor, cuyas decisiones, además, no son vinculantes.

Las discrepancias del fiscal Navajas con los dos fiscales a los que aludió en sus declaraciones vienen al menos desde el juicio del 'procés' donde estos fiscales mantuvieron la acusación por rebelión, mientras que él, más en consonancia con el giro operado por la Abogacía del Estado, se mostraba partidario de que se acusara por el delito de sedición, que a la postre fue por el que resultaron condenados los líderes independentistas catalanes. Esperaba la misma lealtad y no la tuvo.