La gran capacidad del juego

ALMUDENA SANZ
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El campamento urbano de ocio inclusivo reúne a 50 niños y jóvenes. El primer turno termina mañana, el segundo será del 8 al 13 de agosto

El clásico juego del pañuelo propició risas en la veintena de participantes en estas colonias urbanas que ayer se trasladaron al centro de la ciudad. - Foto: Luis Román

Johar viste capa negra con capucha y una máscara dorada que mantiene el misterio. Irrumpe en la plaza del Rey San Fernando de repente, por el Arco de Santa María, y revoluciona a la veintena de niños del campamento urbano inclusivo del Ayuntamiento. Ese mago ha robado el arte. Hay que buscarlo y recuperarlo. En esta misión llevan volcados desde el lunes. Han superado obstáculos, acertado adivinanzas... Cada día, una aventura. De eso trata esta actividad que concluye mañana, con un fin de fiesta al que están invitadas las familias, y que vivirá un segundo turno del 8 al 13 de agosto. 

«Este año ha tenido más asistencia que ninguno. Se va consolidando y hemos podido hacer dos turnos, con un total de 50 niños. Les permite disfrutar de un ocio adaptado a sus circunstancias y una convivencia entre niños con y sin discapacidad, procurando los cuidados necesarios a los que tienen una discapacidad más severa para que puedan realmente participar», introdujo ayer la concejala de Servicios Sociales, Sonia Rodríguez, durante una visita a estas colonias impulsadas hace seis años desde el Consistorio y gestionadas desde hace tres por Aspanias, cuyo presidente, Jesús Cirujano, la acompañó. «Para los chavales es una oportunidad para convivir, socializar y divertirse y para las familias, una conciliación de la vida familiar y laboral», agregó la edil en medio de la algarabía de los muchachos que se olvidaron de cómo calentaba el sol mientras corrían en el juego del pañuelo. 

Esta fue una de las partes de la ginkana que los trasladó ayer al centro histórico. La resolución de los acertijos los llevaría a descubrir distintos lugares. El tiempo apremia. Ya los queda poca convivencia. Hoy hacen una excursión al Museo de Ciencias de San Sebastián y mañana en el Colegio Francisco de Vitoria, su centro de operaciones, mostrarán a sus padres todo lo aprendido antes de despedirse, algunos solo hasta agosto, porque repetirán. 

La convivencia entre jóvenes con distintas capacidades es el gran éxito de este campamento. «Muchos de estos niños no conocen qué es la discapacidad, son muy curiosos y preguntan qué les pasa a sus compañeros y son ellos los que día a día los hacen partícipes de sus juegos. Ellos se dan cuenta de que no hay barreras. Los niños no miran con otros ojos a las personas con discapacidad», enfatiza el coordinador, Rubén Daspet, sobre el enriquecimiento de esta actividad para los chavales. 

Ángela, de 10 años, y Gonzalo, de ocho, lo confirman. Aseguran que la semana está yendo muy bien y se divierten mucho con los juegos que plantean los monitores. El más pequeño confiesa que lo mejor ha sido cuando los mojan en momentos de mucho calor y los dos, como el resto de sus compañeros, se irán con un porrón de amigos nuevos.