Y llegó el largo y crudo invierno que ninguno echábamos de menos y que habíamos olvidado. Seamos positivos y saquemos el sentido del humor a pasear por nuestras castigadas mentes.

Como me han abandonado las musas, busco inspiración en las barras de los bares y también en mis amigos, ambas fuentes sorprendentes e inagotables de mil historias y experiencias. Este último fin de semana, en alguna de esas barras, un amigo comentó que se iba a hacer lesbiano, que lo había pensado y es lo que más le pega, vamos que le gusta el género femenino sobre todo, y que esperaba ser comprendido en esta sociedad actual igual que el resto de identidades. Con este comentario entre divertido y serio realizado en un momento de relax me he plantado hoy delante del papel en blanco y me he puesto a mirar entre qué identidades de género podemos elegir actualmente, y cuál ha sido mi sorpresa al descubrir un mundo lleno de nuevos conceptos y contenidos que me ha dejado estupefacta, ratificando mi absoluta ignorancia en este tema.

En mi incursión en el todopoderoso Google, me encuentro con tal entramado de identidades de género que no me extraña que la sociedad esté tan confusa con respecto a este asunto, al parecer hay ya 37 géneros distintos y 10 orientaciones sexuales. Pues nada, me pongo a leer un poco más y veo que hay un lío tremendo, y que se entremezclan y confunden distintas acepciones y definiciones, vamos, uno de esos entuertos donde es mejor no meterse porque cualquiera puede tener razón y argumentar cualquier sandez y salir como un señor.

Mi conclusión es que yo me quedo como estoy, porque ha sido como estar ante la vitrina de una pastelería en la que todos los pasteles te gustan y te dicen eso de llévame contigo, pero al final, ante tanta opción, prefiero dejarme de experimentos y me quedo con aquel pastel que tengo la certeza de que me gusta y así no me equivoco ni pierdo el tiempo, vamos que me quedo con un merengue, o tal vez, un petisú. Lo sé, soy antigua y sobre todo creo que estoy cansada, voy a dejar eso de probar cosas nuevas a mis amigos más intrépidos y, eso sí, cuando me lo cuenten lo pienso escribir, para ver si todos tenemos que cambiar de idea y de pastel.