Rosalía Santaolalla

Sin entrar en detalles

Rosalía Santaolalla


Volando voy

11/12/2022

Unos amigos míos montaron un grupo de boleros y este verano les salió una gira por pueblos -si al leer esto han visualizado a Martes y Trece en el sketch 'Glorias de España', es que son tan viejos como la Constitución-. Llevaban versiones de éxitos de ayer, hoy y siempre y hacían las delicias de mayores y no tan mayores. Lo curioso es que, en prácticamente todos los conciertos, algún espectador pedía a gritos Alfonsina y el mar, dejándose arrastrar por la nostalgia entre tanto tema clásico (en uno de los casos de forma contumaz y visiblemente impulsado por algún licor tomado a media tarde). La canción es preciosa, pero no estaba y siguió sin estar en el repertorio, en el que mis colegas aprovecharon para incluir otras cosas más recientes e inesperadas que el respetable terminaba, contra todo pronóstico, aplaudiendo y coreando. ¿Cuántas veces han escuchado ustedes el Volando voy en una iglesia?

Hace un par de días, el actor de una compañía burgalesa contaba que tras una actuación en un pueblo, una señora les aseguró que lo que había contemplado le había alegrado la vida para varios meses. La victoria de la cultura es esa: llegar a todo tipo de público, sorprender y que incluso su impacto se prolongue en el tiempo. Durante estos días, una asociación de artes escénicas ha tomado las calles de Rubena para llevar allí teatro y talleres, en una clara reivindicación de que casi cualquier lugar puede albergar un escenario y que todos los espectadores se merecen tener a su alcance cultura de calidad. 

Superada ya, esperemos, la errónea idea de que la cultura es gasto en lugar de inversión, las administraciones tienen que fijarse en los lugares en los que casi nada es rentable y tampoco lo es llevar una obra de teatro, una actuación de danza o un concierto. Y en todo caso, deben confiar en la inteligencia del público: apostar por lo inédito, por el riesgo, obligarle a adentrarse en lo desconocido. Si estas oportunidades no las proporciona quien no tiene que preocuparse por contabilizar la taquilla al día siguiente, ya me dirán quién.