De Melgar a la Atlántida

I.L.H.
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La afición por la etimología y la toponimia de Rodrigo González le llevan a localizar, siguiendo otros 'melgares', una ruta anterior a la jacobea que concluye en Vigo y que, como Julio Verne, sitúa al frente de la mítica isla

Los datos que Rodrigo González Castro menciona en el libro ‘La ruta de Melkart’ los ha recopilado a lo largo de tres años.

Como en el juego de la oca, que muchos relacionan con el Camino de Santiago, Rodrigo González Castro ha ido tirando porque le toca mientras avanzaba entre localidades y pueblos con la misma raíz etimológica que Melgar de Fernamental, de donde procede. Empezó buscando pueblos con el mismo nombre, de ahí a otros que compartieran la raíz, como Melgosa, y siguiendo la huella de otros melgares desaparecidos. Mientras los unía en el mapa se dio cuenta de que estaban alineados. Así que siguió juntando aquellos puntos por todo el país y el viejo continente.

«Al darme cuenta de que los topónimos desembocan en el Atlántico supuse que sería una ruta hacia el ocaso, un camino de las estrellas similar al de Santiago, pero que en este caso llega hasta Vigo», resume Rodrigo González, cuyas averiguaciones las ha plasmado en el libro La rutaMelkart. 

Que la meta fuera Vigo le descuadró hasta que encontró en un  libro de arqueología que allí hay una isla con un templo dedicado al dios fenicio Melkart -el mismo que el Heracles griego o el Hércules romano-, dios que comparte raíz con Melgar puesto que la ‘k’ y la ‘g’ en toponimia son equivalentes. «Era demasiada casualidad», subraya.

Con esas pistas, más que seguir a un dios lo que Rodrigo González cree es que esta ruta fue anterior al Camino de Santiago, como mínimo del siglo V a.C., y que tenía como sentido seguir a la Vía Láctea, el camino de las estrellas, como la Ruta Jacobea. Se vale para defenderlo de la raíz indoeuropea de la palabra ‘leche’ (melg o melk) y por eso titula a su libro La ruta Melkart. 

Pero ahí no acaba todo. Hay investigadores que sostienen que el destino del Camino de Santiago, ese ocaso del sol o fin de la tierra, era la Atlántida, mítica isla que Platón sitúa «más allá de las columnas de Hércules», que desapareció en el mar y de la que se lleva especulando toda la vida. 

Una conjetura más es la que defiende González y que comparte nada menos que con Julio Verne, quien en 20.000 leguas de viaje submarino sitúa a la Atlátida «cerca de Vigo». El autor burgalés localiza las columnas de Hércules en las islas Cíes «ysi hacemos caso a Platón, la Atlántida estaría justo después. Puede ser una tierra sumergida o podría ser América», añade deseando que otros continúen tirando del hilo.