¿2027 para el AVE a Vitoria, que no tiene ni proyectos?

H. JIMÉNEZ
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La ministra Raquel Sánchez subrayó hace unos días en Álava la importancia de que la conexión con Burgos avance al mismo tiempo que la 'Y' vasca, pero el plazo de 5 años al que se refirió resulta irrealizable

Los antecedentes del túnel de Estépar, que ya dio muchos quebraderos de cabeza, hacen temer lo peor para La Brújula o el desfiladero de Pancorbo. - Foto: Valdivielso

Después de años de ostracismo, de estar en un segundo plano respecto a los enlaces con Galicia, con Andalucía, con Cataluña o con el Levante español, la conexión de la alta velocidad entre la meseta y el País Vasco empieza a entrar en la agenda del Gobierno a medida que van avanzando también las obras de la 'Y' vasca.

Esta gigantesca infraestructura, que conectará las tres capitales de Euskadi, no cobrará pleno sentido hasta que tenga continuidad hacia el centro peninsular a través de Burgos y ahora, tras tanto tiempo en el olvido, parecen ser conscientes de ello tanto en los ejecutivos de Vitoria como de Madrid. El pasotismo ha dado paso, incluso, a unos plazos sorprendentemente optimistas.

La ministra de Fomento, Raquel Sánchez, estuvo la semana pasada en Vitoria con motivo de la firma de un protocolo con la Diputación General de Álava y los alcaldes de Vitoria y Bilbao para sentar las bases de los proyectos que llevarán el tren de alta velocidad a ambas capitales. Y allí afirmó no solo que la 'Y' vasca quedará lista en 2027, sino también que es una condición imprescindible que la conexión con Burgos esté lista al mismo tiempo.

Argumentó la ministra que el enlace con la meseta es tan importante como la propia 'Y' para la llegada de la alta velocidad a Euskadi, porque de lo contrario no cobraría pleno sentido y se quedaría a medias. Lo que sorprende es que hizo estas afirmaciones cuando el trazado del AVE entre Burgos y Vitoria ni siquiera tiene listos los proyectos. Raquel Sánchez es perfectamente consciente de ello, pues sabe que el estudio informativo ya está listo (se aprobó hace unos pocos meses) y que el compromiso es licitar la redacción del proyecto constructivo en el primer trimestre de 2022, tal y como avanzó este periódico y posteriormente confirmó su Ministerio.

Pero a partir de ahí, incluso cumpliendo unos plazos extraordinariamente ágiles para lo que acostumbra la administración, el horizonte de 2027 se presenta como un verdadero imposible.

Plazos quiméricos. Supongamos que el concurso para la redacción de los proyectos queda resuelto en seis meses: se adjudicarían a finales de este año. Calculemos también que su redacción tarda estar terminada y aprobada por el Ministerio en un año y medio: nos pondríamos a mediados de 2024. Y pensemos que entonces salen a licitación las obras y se adjudican en otros seis meses: nunca empezarían los trabajos hasta comienzos de 2025. Imaginar que una infraestructura así, de 90 kilómetros de longitud que debe atravesar puntos críticos (como el puerto de la Brújula, el desfiladero de Pancorbo o el río Ebro) pueda estar lista en dos años suena a quimera, viendo los antecedentes.

El trazado del Venta de Baños-Burgos lleva 13 años para superar una llanura absoluta cuyas únicas dificultades medianamente destacables, como fueron un falso túnel en Estépar y el viaducto sobre el río Arlanzón, han supuesto auténticos quebraderos de cabeza para el ministerio, sobrecostes y retrasos millonarios que todavía hoy mantienen a la capital burgalesa sin fecha de llegada del AVE.

Las obras para ejecutar el trazado de la línea de alta velocidad entre las provincias palentina y burgalesa comenzaron oficialmente en noviembre de 2009 y en ellas ya se hablaba de un plazo de ejecución de 28 meses, solo para la plataforma ferroviaria que acabó siendo amplísimamente superado. Luego ha habido que colocar las vías, electrificarlas, instalar los sistemas de seguridad y esperar a que estén homologados, un proceso en el que todavía está inmerso el trazado.

Mientras tanto, Talgo lleva 10 meses utilizando el tramo ya finalizado y sin circulación de trenes como un espléndido circuito de pruebas para su modelo Avril, el llamado 'súper AVE' que ha batido un récord entre Palencia y Burgos al alcanzar los 360 kilómetros por hora. Renfe espera como agua de mayo estos trenes para ponerlos a servir en las líneas de Barcelona, Orense o Sevilla, mientras los pasajeros aún no pueden disfrutar de la línea de Burgos para la que supuestamente todavía no están listos los últimos informes de seguridad.

Para colmo, tal y como reveló este periódico, se han descubierto deficiencias técnicas en los apoyos de diversos viaductos de la variante ferroviaria que impedirán circular a las velocidades máximas previstas. Habrá que repararlos, una tarea para la que se necesitarán varios meses, pero el Ministerio de Transportes mantiene el primer trimestre el plazo para la llegada del AVE a Burgos, quizás con algún mes de retraso como reconoció en Miranda de Ebro la propia ministra, aunque nunca más allá del verano.

La estación, a la espera. Cuando se estrene, el tren de alta velocidad habrá acumulado un retraso de al menos 7 años desde que la entonces ministra de Fomento, Ana Pastor, empezó a dar las primeras fechas de estreno y hablaba de 2015. Por el camino ha tenido que superar el traslado de un cambiador de ancho que se iba a quedar en Quintanilleja, la reparación de deficiencias en forma de un hundimiento en Palenzuela, el mencionado viaducto de Frandovínez mal ejecutado, una pelea judicial con la adjudicataria del túnel de Estépar que el Gobierno perdió en los tribunales y hasta goteras en la estación Rosa Manzano.

Hace más de 13 años que se inauguró la terminal de viajeros, en diciembre de 2008, y ya entonces se pensaba que pronto recibiría la alta velocidad. Tenía andenes preparados para los trenes más rápidos y una zona del vestíbulo exclusiva para su acceso. Ahí siguen, recién remodelados en los últimos meses, aguardando que lleguen los primeros viajeros.

Como para pensar en que se cumplan los plazos de su prolongación hacia Vitoria.