Hay que remontarse mucho en el tiempo, concretamente al verano de 2018, para encontrar dos meses consecutivos en los que las ventas de vehículos hayan ido al alza. Si antes de la pandemia el sector de la automoción ya daba visos de aminorar de su actividad, el estallido de la crisis económica y todas sus derivadas -inflación, carencia de materias primas o los parones en las cadenas de montaje- han dado un nuevo golpe al mercado español.

Pese al complejo contexto en el que se mueve el sector, inmerso en plena renovación hacia una movilidad sostenible frente a la actual de motores de combustión, las matriculaciones en la provincia han sido superiores tanto en septiembre como en octubre si las comparamos con las registradas en ese mismo periodo del año pasado. ¿La razón? Desde la Asociación de Concesionarios de Automóviles de Burgos (Aconauto) aseguran que el principal factor que ha permitido volver a los números verdes es el aumento del stock disponible. Desde el segundo semestre del 2021 y el primero del 2022 la falta de microchips provocó la paralización de multitud de plantas de ensamblaje de vehículos. Al no poder fabricarse los concesionarios no podían entregar los coches, por lo que se la demanda se iba acumulando.

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