Los embalses aguantan la sequía pero se asoman a la alerta

H. JIMÉNEZ
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Arlanzón y Úzquiza, de los que beben la capital y su entorno, se sitúan por debajo de la media decenal y la CHD considera probable que a final de mes entren oficialmente en situación de sequía prolongada

Imagen del pantano de Úzquiza, que estaba al 65% la semana pasada. - Foto: Alberto Rodrigo

Los pantanos de los que beben la industria y los habitantes capital burgalesa y su entorno aguantan en niveles dignos la sequía que afecta a casi todo el país y que tiene a otros territorios seriamente preocupados incluso por el abastecimiento humano. Por ahora su situación no es tan alarmante, pero empiezan a mostrar signos que no invitan al optimismo pensando en las próximas semanas porque ni hay previsión meteorológica de lluvias intensas ni las sierras tienen nieve para seguir recargándolos. Solo queda contemplar su paulatino vaciamiento, al menos en el corto y medio plazo.

La información que semanalmente proporciona la Confederación Hidrográfica del Duero revela que, a fecha 16 de febrero, tanto Arlanzón como Úzquiza estaban ya por debajo de la media de los 10 años anteriores. El primero de ellos está todavía al 83,3%, pero su capacidad es tan escasa que tiene un peso minoritario en el conjunto del llamado "sistema Arlanza". Por su parte, el segundo no pasa del 65,8%.

En valores absolutos esto se traduce en que la presa situada poco después del nacimiento del río almacena 18,3 hectómetros cúbicos, cuando el año anterior tenía 22,3 y la media de los 10 años anteriores es de 19,6. La de Úzquiza, por su parte, cuenta con 45,5 hectómetros frente a los 56,4 que presentaba el año anterior y los 47,3 correspondientes al promedio decenal.

Sucede además que respecto a la semana anterior el pantano inferior ha crecido ligeramente, lo que llama la atención en un periodo de sequía. Explican desde la Confederación Hidrográfica del Duero que ambos embalses "forman un sistema de gestión único, por lo que es necesario siempre tener en cuenta las reservas almacenadas en su conjunto", que ha perdido medio hectómetro en los anteriores siete días. La CHD matiza que "quizás no habría que hablar de pérdida, sino de que gracias a los embalses de Úzquiza y Arlanzón se han podido mantener unos caudales circulantes en el río superiores a las aportaciones existentes, situación coherente con la sequía que estamos padeciendo". Es decir, que el río baja pobre de caudal, pero habría sido peor de no existir la regulación artificial.

Preguntado si a lo largo de los últimos meses se ha estado evitando de manera consciente el desembalse, a la vista de las escasas precipitaciones de todo este invierno, el organismo regulador de la cuenca apunta que "la gestión de los embalses durante el otoño e invierno de cada año hidrológico tiene como objeto alcanzar el mayor volumen de agua almacenado sin poner en riesgo ni la seguridad de la presa ni el papel que ésta juega en la laminación de avenidas. En este sentido, durante estos meses se ajustan los caudales de salida para cumplir con los requerimientos medioambientales del cauce". En esta ocasión, evidentemente, no ha habido que regular crecidas.

La situación por ahora no es alarmante, pero sí está a punto de entrar en la fase de alerta.

En riesgo. La propia Confederación ha adelantado que el último informe del Plan de Sequía, correspondiente a enero y elaborado para toda la cuenca, identifica los sistemas de los ríos Tera, Órbigo, Pisuerga y Águeda, más el Támega-Manzanas, en situación oficial de "sequía prolongada". El sistema del Arlanza (al que pertenecen los embalses de Burgos) junto a los de Tormes, Riaza-Duratón y Carrión muestran indicadores muy cercanos a la habitualmente conocida como sequía meteorológica, por lo que es muy probable que en el siguiente informe mensual la sequía prolongada afecte a más del 70% de la superficie de la cuenca". Así que en febrero, salvo milagro, los pantanos burgaleses no se librarán.

Ante esta coyuntura, "desde la CHD se insiste en la necesidad de realizar un consumo responsable y eficiente de un recurso valioso y escaso como es el agua. Y en lo relativo a la programación de cultivos de regadío se consulte la situación de los indicadores de escasez de cada sistema de explotación, en especial Órbigo, Carrión, Pisuerga y bajo Duero".

Ni la mitad de lluvia de lo normal. La percepción generalizada de que llevamos un invierno de notable sequía no es solo cuestión de sensaciones. Los datos lo avalan. Desde el 1 de diciembre el observatorio que la Agencia Estatal de Meteorología tiene en el aeropuerto de Burgos ha registrado menos de la mitad de la cantidad de precipitación que habría sido habitual para estas fechas. En concreto, el pluviómetro de Villafría acumula alrededor de 50 litros por metro cuadrado cuando el objetivo para finales de febrero debería rondar los 130.

A esto se suma un otoño que también quedó por debajo de lo normal, aunque ligeramente (cayeron 140 en lugar de 150 litros) y sobre todo una primavera y un verano de 2021 que también fueron secos o muy secos, con un 30% menos de precipitación respecto a lo esperable según la serie histórica.

Las perspectivas a largo plazo, además, tampoco son halagüeñas. Al menos durante los próximos 10 días no se esperan grandes borrascas que puedan regar los resecos campos castellanos.