René Payo

Del Ayer al Hoy

René Payo


Medicina

08/03/2022

La Universidad de Burgos es, sin duda, uno de los hitos referenciales en el progreso de nuestra provincia en las últimas décadas. Desde aquellos tiempos difíciles, en la década de los setenta del siglo pasado, en que los pioneros del Colegio Universitario dieron lo mejor de ellos mismos para crear los cimientos de la educación superior en esta tierra, hasta hoy en que ya caminamos hacia la tercera década de vida autónoma de esta institución académica, muchos han sido los logros. El más importante ha sido la formación de decenas de miles de alumnos que llevan su preparación y el nombre de la UBU por los cinco continentes, y esto no es una hipérbole. Entre los retos que se ha marcado la Asociación Alumni (antiguos alumnos), que tantas y buenas cosas lleva haciendo desde su constitución, está el localizar a los egresados burgaleses en todas las partes del mundo y generar redes de difusión del talento universitario.

Pues bien, creo que para que nuestra universidad tenga el espaldarazo definitivo que le permita situarse entre los centros de enseñanza superior referenciales en nuestro país, solamente le resta consolidar su perfil en el mundo de las ciencias de la salud, entre cuyas titulaciones Medicina es, sin duda, la reina. Sería bueno no solo para la UBU sino también para la provincia y obviamente para la comunidad autónoma. En un contexto en que cientos de jóvenes salen cada año para cursar estos estudios fuera de nuestra región, que en muchos casos ya no regresan a ella, y en el que Castilla y León no se halla precisamente sobrada de juventud dinamizadora, el esfuerzo económico en la implantación de esta titulación sería más que un gasto una inversión. La ciudad y nuestra universidad tienen las estructuras necesarias para implantar un grado, el de Medicina, que contribuiría a paliar la clamorosa falta de médicos en nuestro entorno regional. Espero que las nuevas autoridades autonómicas decidan, al menos, estudiar esta cuestión tan largamente reclamada desde hace tanto tiempo. De lograrse, se cerraría la llaga abierta por la pérdida de aquella «esperanza frustrada», en términos acuñados por el Dr. José Manuel López Gómez, que fue la efímera facultad médica burgalesa de finales del siglo XVIII que fuimos incapaces de conservar.