La trágica muerte del inventor de la anestesia epidural

A.G.
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En unos meses se cumple el primer centenario del fallecimiento del cirujano militar Fidel Pagés con apenas 37 años en un accidente de coche en la Brújula. Ingresó cadáver en la Casa de Socorro

Imagen del cirujano en Melilla, donde trabajó durante la Guerra del Rif.

Nunca se supo a ciencia cierta qué ocurrió. Probablemente, aventuraba este periódico en la amplia crónica que dedicó al suceso, el exceso de velocidad «en un trozo malo de la carretera» hizo que el coche ballesteara y se fuera a la izquierda, el conductor intentó reconducir la dirección y al frenar chocó frontalmente contra un árbol. Resultado: un muerto y varios heridos de distinta consideración en un brutal accidente automovilístico en la bajada de La Brújula cerca de Quintanapalla. Era el 21 de septiembre de 1923 y el fallecido, el ya por entonces reconocido cirujano militar Fidel Pagés, que apenas un par de años antes había descrito por primera vez en la historia de la Medicina la anestesia epidural torácica y lumbar, a la que él llamó metamérica, aunque tal descubrimiento no se le reconocería oficialmente hasta treinta años más tarde. 

Este tremendo suceso fue recogido con todo detalle por Diario de Burgos, dando cuenta, así, del prestigio que tenía este joven médico de apenas 37 años pero que había destacado en sus intervenciones quirúrgicas sobre los soldados en Melilla, en plena Guerra del Rif y tras el desastre del Barranco del Lobo, y más tarde en  el Hospital Militar de Viena durante la Primera Guerra Mundial, cuando formó parte de una comisión de Cruz Roja que supervisó el estado de los campos de concentración. Pagés trabajó en Tarragona, Toledo y Madrid, donde intervino a la reina María Cristina, con la que llegó a entablar una cierta amistad. 

Estaba, pues, en pleno desarrollo profesional cuando el siniestro lo paró todo en seco. Era él quien iba al volante de un «hermoso automóvil Hispano-Suiza» (al parecer, para dar un descanso al conductor «con su habitual amabilidad» como afirma Javier Santamarta del Pozo en el libro Siempre tuvimos héroes)en el que viajaban diez personas: su esposa, Concepción  Bergman, sus cinco hijos, personal de servicio y el chófer o chauffeaur, como se le llamaba entonces. 

Los primeros auxilios se les practicaron en la Casa de Socorro adonde llegaron los heridos gracias a varios automovilistas que presenciaron el hecho y les acercaron a Burgos. Allí, el médico, al que este periódico llamó «una gloria de la Ciencia y el Ejército» ingresó cadáver. Por la tarde en el Hospital de Barrantes fue intervenida su hija Conchita, de 5 años, a la que fue necesario amputar cuatro dedos de una mano. La cirugía corrió a cargo de los doctores Arangüena,  Carazo y Gil Baños, con la asistencia de los médicos militares Benjamín Tamayo y Tomás Larrosa. El tercero herido de gravedad fue su chófer, Teodomiro Díaz, de apenas 20 años, que sufrió una gran conmoción cerebral. El resto de los viajeros resultaron heridos leves.

La familia Pagés, en cuyos planes estaba parar en Burgos para almorzar con sus íntimos amigos los señores de Alarcón, siempre según la crónica de DB, fue acogida por estos y traslada al Hotel de París: «El momento de salir de la Casa de Socorro fue emocionante y muchas personas no podían contener las lágrimas». 

Apenas dos años antes, en 1921  el cirujano había publicado el trabajo «más importante de su vida» en la Revista Española de Cirugía que llevaba por título Anestesia metamérica, donde realizó «una descripción de la técnica que hoy conocemos como anestesia epidural en base a fundamentos anatómicos, sus aplicaciones prácticas y también las características de la analgesia y de la parálisis motora». Así lo recogen Servando López, Pablo Casas y Sabela del Río, anestesistas del Hospital Universitario de A Coruña los dos primeros y del Hospital Universitario de Santiago, la tercera, en Historia de la anestesia epidural: Fidel Pagés Miravé, publicado en 2021 en Multidisciplinary Pain Journal, revista de la Sociedad Española Multidisciplinar del Dolor.

 El artículo pone de manifiesto la injusticia que sufrió Pagés ya que  la medalla de su descubrimiento se  la colgó a nivel mundial un profesor de Cirugía de Módena que publicó en 1931 un trabajo sobre esta anestesia ignorando que una década antes Pagés ya lo había contado: «Así se escribe la historia, a veces con renglones muy torcidos (...) Diferentes cirujanos españoles escriben artículos sobre la anestesia epidural de Dogliotti sin mencionarle. Sin embargo, en 1935, en la Reunión de la Sociedad Italiana de Anestesia reivindicó ante el propio Dogliotti la autoría de la anestesia epidural para Pagés y publicó un artículo hablando del método Pagés-Doggliotti». En 1957 la Asamblea General de la Sociedad Española de Anestesiología y Reanimación crea el premio Fidel Pagés y en 1961 sus trabajos son traducidos al inglés y al francés.

No lo pudo ver. El 24 de septiembre de 1993, al día siguiente de su muerte en  Burgos, el cadáver de aquel joven y avezado cirujano fue trasladado por tren a Madrid donde se le rindieron todo tipo de honores. Junto a él iban tres coronas: de la Guarnición de Burgos, del Cuerpo de Sanidad y de la comunidad aragonesa de Burgos, pues Pagés era oscense. La comitiva fue presidida por el gobernador militar Rafael Moreno y Gil de Borja y en la misma participaron, por el Colegio de Médicos de Burgos, los doctores Pedro Valcárcel, José Merino y Emilio Ruiz.