Guerra del agua en el edén

P.C.P.
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Txune y Diego denuncian los problemas y la «insostenible situación» que generan en La Revilla de Herrán los cortes de suministro, que decide el alcalde pedáneo. El enfrentamiento ha cruzado ya la línea de los insultos y amenazas

Diego y Txune, en el exterior de la casa en la que viven con sus tres hijos y desarrollan proyectos educativos y turísticos. - Foto: Luis López Araico

Clin, clin. Clon, clon. El sonido que marca el ritmo de vida en este pueblo no es el de las campanas de la iglesia, ni el del reloj municipal. Ni siquiera el canto de un gallo. Y no será por animales, porque también hay vacas, cabras, avestruces... En La Revilla de Herrán el tiempo se rige por el chocar de la barra de uña contra las arquetas desde las que se abre o cierra el paso del agua. Así saben cuándo pueden ducharse, poner la lavadora o regar.

Mirando en derredor nadie diría que escasea el líquido elemento. Aún con la actual sequía, todo se encuentra verde y fresco en este recóndito rincón del Valle de Tobalina, cerca del límite con el País Vasco. Un lugar donde no parece necesario medir el tiempo, se antoja imposible que aquí ocurra nada, nada malo al menos.

Sin embargo, el pueblo rezuma como una olla a presión. La gestión del agua se ha convertido en una fuente de conflictos que ha traspasado la frontera de lo público para entremezclarse con asuntos privados, acusaciones cruzadas, insultos y amenazas que ya han tomado el camino de los juzgados.

Txune y Diego se instalaron en La Revilla de Herrán hace unos años procedentes de otro pueblo cercano, Las Viadas, y con la intención de desarrollar proyectos en común con personas que ya vivían allí. Crianza conjunta, huerta en común, escuela libre... Por avatares de la vida, los que estaban se acabaron marchando y ellos se quedaron, con sus tres hijos, hoy adolescentes, y han construido aquí su casa y sus proyectos. Como los chavales, han evolucionado y cambiado, aunque siempre sobre determinadas bases que también guían su existencia. Una de ellas es precisamente la gestión sostenible del agua y de los recursos naturales, con váteres secos, reutilización del líquido que se emplea en los lavabos para regar la huerta, etc.

Desde hace años, entre agosto y diciembre sufren cortes de suministro, en la mayoría de las ocasiones aseguran que de manera sorpresiva.«No es que no haya agua, es que no avisan», se queja Txune. Hasta ahora se habían resignado y limitado sus protestas a escritos remitidos alAyuntamiento del Valle de Tobalina, del que depende esta pedanía. Pero ya no. «La situación es insostenible», aseguran para explicar que en los últimos días la crispación ha llegado a tal extremo que sienten miedo, tras recibir insultos y amenazas, incluso de muerte, que han denunciado ante la Guardia Civil. Todo esto, además, con constantes problemas de cobertura de telefonía e internet (pero esa es otra historia).

(El reportaje completo, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)