Ignacio Fernández de Mata

Los Heterodoxos

Ignacio Fernández de Mata


Día de furia

15/09/2021

Escena: en las Cortes de Castilla y León, sale el vicepresidente de la Junta a darse el pisto con su conciencia en un minuto de gloria televisiva poniendo a caldo a todo el que administra la debacle sanitaria nacional. Arrebato de sincera autocrítica, lo han llamado. Lo primero que le viene a uno a las mientas son los clamores de nuestro abandonado mundo rural, desesperados por la desaparición de sus consultorios y sanitarios…, en Castilla y León. Vivimos en un sistema de mierda, con perdón, y resulta que al ser todos culpables, nadie tiene la culpa.
Échame trigo y llámame gorrión, decía mi padre con su sabiduría preconstitucional. Se le queda a uno cara boba ante estos furores de quienes tienen el poder de tomar decisiones. Ítem más, son los mismos que prometen la felicidad colectiva con sus ocurrentes bajadas de impuestos. Completemos, pues, la lista de debacles que tan corta se le quedaba al vicepresidente airado: quedamos sin servicios públicos, pues prometieron bajar los impuestos; sin médicos ni enfermeras y el consiguiente aumento de listas de espera, al reducir impuestos; sin trenes útiles y accesibles, que vertebren el territorio y no solo las macrourbes, pero bajaremos impuestos; sin maestros suficientes, ni las necesarias escuelas públicas, pero bajaremos los impuestos; sin buenas pensiones, pero bajaremos los impuestos; sin un tejido sólido de investigación y desarrollo tecnológico a partir de las universidades públicas -que son las únicas que investigan-, pero a las que bajamos la financiación con la bajada de impuestos; sin apoyos reales a la dependencia y al envejecimiento, dado que reduciremos impuestos; sin salarios suficientes que permitan una vida digna y, sí, pagar impuestos para recibir servicios.… En fin, a qué seguir, ya ven por dónde voy…
Un proyecto de país o de región conlleva atender sus necesidades, equilibrar sus desajustes y promover la mejora de la población con responsabilidad y sostenibilidad. Para eso, entre otras cosas, hay que ser coherentes con el plan de financiación y gastos. Pero claro, venimos de la cultura de las cajas de ahorro intoxicadas con el ladrillo, de la mala e innecesaria obra pública, del prescindible AVE, de la especulación rampante… Las escuelas políticas que gastamos salen de dopar lo privado con el vaciado de lo público. Así nos va. Y sí, es para indignarse.
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