El que no caza, pesca... o se baña

AARÓN C.C.
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La reforma efectuada en el recinto de las piscinas ha aumentado el número de socios

El que no caza, pesca... o se baña - Foto: AARÓN C.C.

Durante los últimos veranos, los vecinos de la capital burebana tenían que buscar alternativas fuera de la ciudad para poder combatir el calor estival debido a las obras que se han realizado en las piscinas municipales. La espera ha merecido la pena, y desde este año pueden disfrutar de la totalidad de sus instalaciones renovadas. 

El nuevo recinto hace que Briviesca se convierta ahora en la opción preferida por muchos vecinos de los pueblos colindantes.

Además del baño, la amplitud del terreno ofrece un frontón, una pista de tenis y dos de pádel, un campo de voleibol y una cancha polideportiva con 4 canastas y 2 porterías que se complementan a la perfección con las actividades acuáticas. También se ofertan de forma gratuita cursos de natación para los más jóvenes, clases de yoga, zumba, pilates y aquagym (en función del tiempo). 

El cambio más importante ha sido en el bar. Anteriormente estaba dentro del recinto y sólo se podía acceder con entrada. Ahora tiene habilitada una terraza exterior.

«La reforma le ha dado un lavado de cara importante. Puede que aún falten algunas cosillas, pero yo le daría un notable alto», cuenta Carlos. 

La opinión general resulta muy favorable, y eso ha hecho que muchas personas vuelvan a sacarse el carnet, como es el caso de David. «Yo suelo venir a jugar al baloncesto, pero también aprovecho para meterme al agua si hace mucho calor», comenta. 

Otros, como su tocayo, utilizan las nuevas infraestructuras con fines terapéuticos. «Me viene bien venir para fortalecer mi rodilla. Estas nuevas piscinas facilitan el acceso a gente con dificultades», declara. 

Inés, una de las tres socorristas que trabajan en Briviesca, califica el verano como «muy tranquilo» en cuanto a incidencias se refiere. 

Las zonas verdes también permiten que la gente acuda a jugar a las cartas, tomar el sol o simplemente relajarse leyendo, como es el caso de Cristina.