«Hace 30 años perdimos el tren del vino»

I.P.
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Emprendedor cuando esa palabra no estaba de moda, Ramiro García toma el mando del Consejo Regulador de la DO Arlanza, con muchos retos por delante y las ideas claras respecto al futuro vitivinícola de la zona para poner ese vino «donde debe estar»

Ramiro García Arnaiz toma este miércoles el mando del Consejo Regulador de la DO Arlanza. - Foto: Miguel Ángel de la Cruz

Emprender, experimentar, enseñar y viajar. Esas son, dice el mismo, las 4 constantes de su vida. Y de ellas ha dado buena cuenta a lo largo de su vida profesional. Con dos carreras a la espalda, fue un emprendedor montando escuelas de negocios y otras iniciativas que le llevaron a ser elegido presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios, cargo que ocupó entre 1997 y 2002, así como otros muchos, como gerente de la Fundación Proyecta Burgos. Ha viajado por medio mundo y sigue impartiendo clases. 

Pero como el mismo ha dicho en más de una ocasión, llegó un momento que tocó techo y el gusanillo de la viticultura que siempre había existido en la familia, con viñas y elaborando vino, acabó por vencer y en el año 2002 se embarcó de lleno, fundando la bodega Palacio de Lerma, en el límite de Villalmanzo, donde nació, y Lerma, de donde también se siente. El miércoles tomará el relevo de Miguel Ángel Rojo al frente del Consejo Regulador de la DO Arlanza, con muchos proyectos, retos que sacar adelante e ilusión compartida con su equipo. 

Después de toda una vida en el mundo de los negocios y la enseñanza, lo primero que se lee en su perfil de Linkedin es 'elaboro vinos únicos y soy digital'. ¿Es cómo se define en estos momentos? 

Sí total, después de haber pasado por la formación tanto como empresario de formación y profesor en escuelas de negocio, el mundo digital me fascina. Para mi, el mundo de internet ha sido una revolución como en su momento cuando se inventó la rueda. Hay un antes y un después, internet lo ha cambiado todo. Ahora son nuevos escenarios, plataformas y todo es nuevo. A mi me ha pillado en una edad en la que me he tenido que adaptar de manera rápida y profunda, haciendo cursos y poniéndome al día totalmente. Pero ahora es vital en mi vida y  lo aplico a todo.    

¿Y con el vino, como es esa relación?

Es que aquí si era yo; nací en ese mundo porque mi abuelo materno tenía una bodega, viñedos y fue un famoso injertador de la zona. En mi casa desde que tengo uso de razón, elaboramos vino, yo pisaba la uva, siempre ha habido porrón y, aunque no tengo constancia de a qué edad comencé a beber vino, seguro que a muy temprana. Lo he mamado, y si bien a nivel profesional estudie Psicología de Empresa y tengo una diplomatura en Ciencias Empresariales, e inicialmente no tomé ese camino, luego llegué profesionalmente a ese mundo al adjudicarme los programas de formación continua para la Ribera del Duero hace 25 años, en informática, idiomas, exportación, etc. Entonces visité las bodegas de los que hoy son famosos y entonces estaban empezando, transformándose de agricultores a viticultores.

Me contaban que todo lo tenían vendido y yo pensé, «pues que negocio más bueno es este que todo lo que producen, lo tienen vendido». Y de vuelta a Burgos y con lo que me gustaba ese mundo, lo planteé en casa y decidimos montar la bodega de elaboración como ya lo hacían en Rioja o Ribera y seguir sus pasos.        

¿Y por qué en Lerma?

Pues mira, esa decisión ha determinado nuestro futuro, porque muchos de mis amigos, algunos del Arlanza, las montaron en Ribera del Duero, como Arzuaga o los Aragón. Quizás esa era la solución inteligente, teniendo al lado una zona muy prometedora y mucho empuje por todo el apoyo institucional que tuvo, pero nos pudo el romanticismo y si éramos de Lerma apostamos por el Arlanza. Pensábamos que en Ribera ya había muchas bodegas; no teníamos ni idea, porque eran menos de la mitad de las que hay ahora. Pero bueno, aquella decisión que tomamos nos ha condicionado mucho todo lo que ha venido después; hoy los que están en Ribera son ricos y en Arlanza somos unos románticos. 

Entonces los caldos del Arlanza  eran Vinos de la Tierra, sin denominación. ¿Fue también un riesgo empresarial? 

Claro, pero antes de montar la bodega hicimos un buen estudio de mercado, tanto en Ribera como en Arlanza; en el año 98, todas las bodegas de ambas zonas tenían todo el vino vendido, tenían clientes nacionales y extranjeros. En el 2002 cuando ya estábamos nosotros en el mercado y fuimos a Alemania  estaba el mercado copado, ya apenas había hueco para más y no venían, había que ir a buscarlos. Pero tomamos la decisión y apostamos. Luchando y peleando muchos años logramos que nos dieran la DO en 2007,  20 años más tarde que a Ribera. Creo que políticamente no interesó darnos la denominación antes.   

¿No tuvo que ver la dimensión, Arlanza es un territorio vinícola pequeño...? 

Arlanza es en cuanto a producción  110 veces menos que Ribera del Duero, pero lo es hoy,  hace 30 años no lo era. Sí en Arlanza no hubiéramos perdido el tren del vino como motor de desarrollo rural, de sostenibilidad y de sujetar la población, si  hubiéramos tenido la promoción, el empuje que hubo en Ribera del Duero en su momento, hoy podríamos hablar de tener cuatro, cinco o diez veces más de hectáreas en producción que ellos. Ribera hace 30 años no tenía ni la mitad de hectáreas de hoy, si las tienen es porque el vino ha sido negocio, los viticultores y bodegas han ganado dinero, han comprado derechos en el resto de España y hoy tienen en producción 110 millones de kilos este año. Si aquí hubiéramos tenido ese empujón, hoy no estaríamos hablando de 1 millón de kilos, sino de 20 ó 30, no tan grandes desde luego. Allí mucha tierra de cereal se convirtió en viñedo, aquí no. Perdimos ese tren, y por eso aquí nadie vive 100% de la uva.

¿Y ahora, ser pequeño es un inconveniente o puede ser una ventaja? 

En su momento, ser grande nos hubiera ayudado a posicionarnos y poner el vino en más canales y más mercados que actualmente. Pero con un millón de kilos, solo llegamos a tiendas especializados o restaurantes que se precien de tener una carta variada, pero no llegamos a que un señor en Sevilla pida un Arlanza en la barra. La gente común no lo conoce, por muchas razones, pero también porque no hay cantidad para llegar a ello. Eso nos ha lastrado. ¿La ventaja?, pues que nuestras viñas no han sido maltratadas, y eso es un valor.     

En su mano está ahora dar un impulso a la DO. ¿Es tarde? 

No, no es tarde, tenemos que dar con un modelo de negocio para poner en valor la uva, dignificar el campo y dar un valor añadido al vino que se haga en nuestras bodegas; hay ejemplos de éxito como el chacolí de los vecinos del País Vasco, que de ser una bebida denostada, en los últimos años ha cuadruplicado el precio, dignificado el campo y el sector, pagando más la uva, y se están posicionando en buenos mercados.      

¿Qué hay que hacer ahora? 

Hay que hacer las cosas de otra manera. Arlanza nunca será un vino de rotación, de mesa o copeo porque no hay cantidad. Arlanza se tiene que posicionar como caldos de alto valor añadido, de calidad e ir a un segmento de público de nivel alto. 

Ahora toma las riendas del Consejo, ¿cree que se ha trabajado bien hasta ahora en ese impulso? 

Yo solo tengo palabras de agradecimiento para todos los que lucharon por la DO y luego han seguido, y todo liderado por el presidente hasta ahora, Miguel Ángel Rojo. Lo que ocurre que todo en la vida tiene su momento y todo necesita de ideas y cambios, de regeneración. En 20 años se han hecho cosas bien y otras menos bien, el balance es positivo. Ahora nos toca darle un impulso bien orientado, bien dirigido. Me siento respaldado por gente que está trabajando muy bien y tenemos mucha ilusión en los nuevos retos. 

Con esa idea entiendo que ha presentado su candidatura. ¿Cuáles son esos impulsos, esos retos? 

Vamos a trabajar en varios frentes. El Consejo engloba a viticultores y elaboradores, a campo y bodegas. En cuanto al primero, es necesario trabajar en varios frentes, el primero en la dignificación del campo, que la uva se pague al precio que debe para que al viticultor le compense, no se desilusione y si no va a plantar nuevos viñedos, al menos que no se pierda un viñedo más, porque es un patrimonio, un ADN nuestro que forma parte de nuestra cultura. Además, vamos a hacer formación a los viticultores en nuevas técnicas de cultivo, más sostenibles con el medio ambiente, más ecológicas, buscando la mínima huella de carbono, la forma más respetuosa, en definitiva, de cuidar el viñedo. En este sentido estamos teniendo algunos vientos a favor como es el cambio climático para esta zona. Los otoños son más benignos y los veranos más largos y nuestra uva madura ahora de forma fantástica sin tener que utilizar elementos externos. Y ese frío de la noche hace que tampoco prolifere el hongo. Los mejores vinos se dan en las zonas límites, en las extremas, y Arlanza es lo más extremo de España, tenemos viñas a mucha altitud y eso tenemos que ponerlo en valor, con una viticultura no intensiva, sino sostenible y que mucho público está dispuesto a pagar un poco más, a consumir y elegir. 

¿Y duele que no sean reconocidos los 'arlanza'? 

Hombre, nuestros vinos son más apreciados en algunos mercados internacionales como Suiza y Japón o Barcelona y Madrid que en los propios pueblos de la comarca, Burgos  o Palencia. Nos falta ese punto de concienciación y educación de que lo nuestro, además de cercano, es bueno. Y ahí vamos a trabajar.

¿Y en esa educación entiendo que volcará todo ese conocimiento digital que tiene? 

Efectivamente, una de las grandes ventajas de internet es que nos iguala un poco a todos, y aunque seas pequeño puedes llegar al consumidor final a través de plataformas, tiendas on line o market place, y eso lo vamos a potenciar muchísimo creando más contenidos en la web que lleguen a periodistas, expertos e influencer.   

¿Cómo será el nuevo Consejo Regulador? 

Le abriremos más al turismo y a la sociedad, aprovechar el enoturismo creciente y sumar con el resto de sectores. Además, será más participativo y además del pleno compuesto por 8 vocales, voy a crea un comité ejecutivo con todas las personas que quieran participar y aportar ideas  para mejorar, que se reunirá una vez al mes. Lo importante es volver a ilusionar a todo el mundo y en eso nos vamos a esforzar para que nuestros vinos estén donde tiene que estar.