Editorial

La mesa bilateral reabre el conflicto con el resto de Comunidades

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Todas las miradas estarán puestas este miércoles en la mesa de negociación entre el Gobierno español y catalán, especialmente tras la última polémica que ocupó buena parte del día de ayer sobre los nombres de expresidiarios que JxCat quería imponer como negociadores, y que el presidente Aragonés (ERC) rechazó de forma fulminante. Más allá de esta controversia que confirma las desavenencias en el Gobierno catalán, ha vuelto a quedar latente el deseo de los postconvergentes de hacer saltar por los aires esta mesa de diálogo, quizás conscientes de que el fin último por el que pugna el independentismo no se abordará en este foro.

La mesa de negociación es una exigencia de los republicanos, al igual que el indulto de los presos, a lo que Pedro Sánchez ya se plegó con la excusa de aliviar la tensión catalana. Todos estos pasos obedecen al objetivo del presidente del Gobierno de retener el apoyo parlamentario de ERC para los Presupuestos Generales del Estado, que darían estabilidad al Gobierno socialista de Pedro Sánchez. 

Una estrategia muy medida, en la que se tratará de vender el apaciguamiento del conflicto catalán, pero que está generando una preocupante fractura en el resto del territorio. Los presidentes de las Comunidades Autónomas, al menos en su mayoría, no ven oportuna la celebración de este foro y se afanan en reclamar similares escenarios bilaterales para que Moncloa atienda por igual las necesidades y derechos de todos los ciudadanos del territorio español, independientemente del lugar en el que residan. No en vano, esta escenificación que hoy llevarán a cabo Sánchez y Aragonés ha tensado incluso a los barones socialistas, que observan un trasfondo presupuestario y una negociación de competencias tras el paripé, con posibles cesiones que puede quebrantar los intereses generales del resto de los ciudadanos. 

Asuntos que conciernen a todos como la soberanía, o la financiación autonómica deberían serabordados en foros no bilaterales, con la participación de todos. En este punto, cabe recordar que Pere Aragonés fue el único presidente autonómico que no participó en la última Conferencia de Presidentes Autonómicos, celebrada en Salamanca hace apenas dos meses. 

Si la mesa de negociación es una mera escenificación que no va a llegar a ningún lugar, y que simplemente permite a los participantes sentirse cómodos en la teatralización de la polémica, no debería tener más recorrido, porque además hace crecer la crispación en el resto del territorio.

Desde el punto de vista político, es bastante razonable pensar, que Pedro Sánchez no va a ceder en cuestiones capitales como la autodeterminación o el referéndum; sin embargo, las 

dádivas en materia económica o competencial preocupan mucho.