La drástica caída del precio del cereal paraliza inversiones

R.E. MAESTRO
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Los agricultores denuncian que sufren una situación de «incertidumbre» que impide hacer previsiones a largo plazo. Además, la superficie sembrada descenderá alrededor de un 30%

La cosecha del último año fue mala en la provincia y estuvo marcada por el calor y la falta de precipitaciones. - Foto: Alberto Rodrigo

La drástica caída del precio de los cereales durante las tres últimas semanas ha acentuado la incertidumbre que atraviesa el sector agrícola y está frenando las posibles inversiones. De situarse en torno a los 370 euros por tonelada ha descendido ahora hasta los 300 euros, como explica Esteban Martínez, secretario provincial de Asaja. «Se trata de un oficio donde las inversiones son fuertes y hay que hacer previsiones a largo plazo, pero así es difícil», afirma. A eso se suman los costes de producción disparados o la PAC, lo que está generando una gran inquietud entre los agricultores burgaleses.

«Tenemos el problema de que mucho está sin vender, normalmente los agricultores cuando hacen el cierre de campaña es a partir de diciembre y nos ha pillado fuera de juego», expresa Gabriel Delgado, secretario general de UPA. «Lo que está claro es que múltiples agricultores van a dejar de percibir mucho dinero», añade. Eso sí, considera que en este momento ya no bajará mucho más esa cantidad y como prueba sirve que durante los últimos días se ha detenido esa bajada y ha habido un ligero repunte. Las cifras actuales se encuentran muy alejadas de las de hace un mes, aunque ahora mismo numerosos agricultores tienen que vender lo que poseen de manera «obligatoria» con el objetivo de realizar la compra de abonos.

Las variaciones en el precio de los cereales suelen ser habituales en función de diversos factores, como las cosechas de otros países, los fondos de inversión o el precio del petróleo. Sin embargo, como afirma Martínez, este año la situación mundial de recesión, de parón de la actividad en algunos países y «sobre todo» la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia están generando «mucha más desestabilidad» de la que estaban acostumbrados hasta ahora. Y entre los «muchos factores» que considera que se han dado para la caída que se viene dando desde hace unas tres semanas aproximadamente se encuentra que las fábricas dejaron de comprar al «cubrir el cupo» para Navidad, lo que se ha juntado con otras cuestiones como la recogida de beneficios de unos inversores que todavía no han vuelto a gastar en materias primas.

«Es un cachondeo, se están riendo de nosotros, hubo unos precios razonables y se han desplomado, así que vemos que esto no tiene razón de ser y acabamos pagando los agricultores y los ganaderos», manifiesta Delgado. «Siempre nos vienen a nosotros todos los golpes y esto no puede continuar así, nuestro cereal baja pero las transformaciones del mismo en pienso, pan o repostería sigue igual», insiste.

Además, opina que también los consumidores salen perjudicados de los continuos cambios y, al igual que los propios productores, son los que acaban como los peor parados. «Los abonos no han bajado, la maquinaria o el gasóleo tampoco...», expresa, para informar de que cada vez detectan que su producto resulta menos rentable al bajar su precio mientras se siguen incrementando los costes.

Por otro lado, Susana Pardo, presidenta de la UCCL, reconoce que existe «miedo» al coste de la siembra y por ello se prevé que haya más girasol. El hecho de que los insumos sigan muy elevados, mientras el precio de lo que se produce desciende, genera que la cantidad de cereal se reduzca en gran medida. Así, esa paralización de la inversión se ha notado incluso a la hora de lo que se va a sembrar. «El cereal estaba alto y eso afectaba a los ganaderos, pero tampoco es bueno tener un mercado que sube y baja tan rápido y de forma continua», argumenta la agricultora. Sí comenta que han bajado los nitratos, mientras el fósforo y la potasa «continúan estando bastante caros». Pese a ello, resulta poco rentable y de ahí que la mayoría hayan apostado por comprar esta temporada muchos menos abonos.

«Aquellas tierras que son poco productivas, con el abono caro, se ha preferido no sembrarlas por miedo a no recoger lo suficiente para cubrir gastos», asegura Esteban Martínez. Así, el encarecimiento de los fertilizantes causará alrededor de un 30% menos de terreno sembrado en comparación a campañas anteriores. Esta se tratará, por lo tanto, de una campaña muy diferente desde el principio y eso afectará directamente a la cantidad final que se obtenga de cereal. Y también considera, al igual que Pardo, que se tirará más que nunca del girasol al no requerir abonos y debido a que está resultando «mucho más atractivo» en los últimos tiempos a la vista de los precios actuales que impone el mercado.

Un futuro incierto. El hecho de que el precio dependa de una infinidad de factores genera que los agricultores tampoco sepan cómo evolucionará en los próximos meses. Una incertidumbre que causa temor, trastoca los planes de futuro y frena las inversiones. Susana Pardo argumenta que se trata de un mercado mundial y que, por ejemplo, en Rusia hay una gran cosecha, en Australia viene muy buena o en Argentina se recortará un poco. No quedará más remedio que  ver las variaciones semana a semana.