Todas las pinceladas por dar

A.S.R.
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Lucía García debuta con una colección de retratos de mujeres que reflejan el proceso de aprendizaje en el que se mantiene con una búsqueda que le lleva por distintas técnicas, puntos de vista...

Lucía García vuelca en sus pinturas su pasión por la música con alguna de sus referentes como modelos. - Foto: Luis López Araico

Lucía García no recuerda ningún momento de su vida en el que no esté dibujando. Eso, apunta, quiere decir algo, quiere decir que la pintura siempre ha estado ahí, latente, descarada en ocasiones, tímida, oculta detrás de otras pasiones, en otros momentos. Brujulea en su memoria al hilo de su primera exposición, una muestra de retratos femeninos que cuelga en las paredes del bar Jabato, en la calle Fernán González, que refleja el camino del aprendizaje que apenas acaba de iniciar. 

La colección de retratos de mujeres, con permiso de Darwin, el único hombre que se cuela y que está ahí como resultado de un trabajo de clase, da cuenta de esa continua investigación y experimentación, de ese probar técnicas (acrílico, acuarela, grafito, pastel), jugar con los puntos de vista y con los acabados, hasta el mínimo detalle o elipsis deliberadas. Ningún corsé aprieta la creatividad de esta burgalesa del 98. Se está buscando y no tiene prisa por encontrarse. Quiere disfrutar de ese proceso. 

Pese a que las clases de Plástica siempre fueron sus favoritas, la nebulosa de la adolescencia hizo que eligiera Ciencias en 4º de la ESO. Pronto supo que se había equivocado. Aprobó, pero también tuvo una revelación. Y dirigió sus pasos hacia la Escuela de Arte y Superior de Diseño para hacer el Bachillerato de Artes. Se matriculó en Diseño de Moda. Lo dejó. Implantaron Ilustración. A punto de concluirlo, cree que sí ha acertado. 

La muestra, sin título, sí tiene hilo conductor: todos son retratos de mujeres. Cuenta su creadora que no es una línea temática buscada. «Estos son dibujos que yo he ido haciendo y, al final, inconscientemente vi que siempre hacía lo mismo», comenta emocionada por este debut, al que le costó decir que sí, que surgió tomando unas cervezas en la barra del bar que acaban de coger dos amigas suyas. 

Su proceso creativo arranca con la inspiración. Si las musas no están a su lado, no hay nada que hacer. Cuando la acompañan, coge una fotografía que le diga algo -reconoce que pintar del natural, de momento, la impone-, normalmente gente desconocida que encuentra por las redes sociales. «Me puedo tirar horas; igual tardo más buscando la foto que luego haciendo el dibujo. Cuando una me dice algo, empiezo», relata y añade que es la propia imagen la que guía su mano, la que marca los tiempos, y que el poder de cada retrato, anota, radica en los ojos. «La expresividad de una cara está en la mirada. Cuando miras a una persona sabes qué te está queriendo decir». 

Y entre esas mujeres palpita otra de las pasiones de García: la música. Mitad del dúo Caída Libre, que comparte con Judith Pérez, al lienzo lleva a sus referentes, sus artistas favoritas. Todo un firmamento de estrellas se citan estos días en el Jabato. Ahí están en Amy Winehouse, Billie Eilish o su admiradísima Carmen Boza.

¿Metas? Todas y ninguna. Confiesa que le encantaría vivir del arte, sabe que es complicado, pero también que, ahora mismo, tiene todas las puertas abiertas.