Me dice un amigo, asiduo al Coliseum cuando aún podía asistir público, que en la Liga Endesa hay 6 o 7 equipos mejores que el Hereda San Pablo y otros 3 o 4 iguales. Exagera, creo. O eso, o Peñarroya y sus jugadores están haciendo una temporada colosal. Que también. Con 13 victorias y 6 derrotas, mismo balance que el Valencia (al que plantaron cara este domingo pese a perder), los burgaleses son quintos, y en menos de un mes competirán por primera vez en su corta historia en la gran fiesta del baloncesto español, la Copa del Rey.      

«Alguna opción hay», decía ayer este mismo amigo sobre las posibilidades del San Pablo de pasar de ronda nada más conocerse el emparejamiento con el Tenerife de Huertas y Shermadini. Un duelo que además servirá de reencuentro con dos jugadores muy queridos por la afición azulona como Fitipaldo y Álex López, este último clave en el ascenso, la permanencia y la consolidación del conjunto burgalés en la élite de nuestro basket. 

La aún breve pero brillante trayectoria del San Pablo comenzó en 2015 en LEB Oro y zancada a zancada ha ido dando alegría tras alegría a una afición ávida por celebrar logros deportivos tras numerosos sinsabores tanto en el baloncesto (tres ascensos frustrados a ACB) como en el fútbol. De hecho, de no ser por esta dichosa pandemia con la que parece que nos tocará convivir unos cuantos meses más, cientos de burgaleses teñirían de azul las gradas del WiZink el próximo 11 de febrero. 

Tocará disfrutarlo por televisión, como la monumental victoria ante el Madrid en la Fase Extraordinaria de la última Liga Endesa, como la conquista de la Basketball Champions League en Atenas ante el AEK y como la final de la Intercontinental, que el EQUIPO, con mayúsculas, que ha vuelto a formar Peñarroya disputará solo cinco días antes en Buenos Aires contra el Quimsa argentino, campeón de las Américas.