Los emotivos aplausos desde balcones y ventanas generaron probablemente la imagen más icónica de los peores momentos de la pandemia. Era el reconocimiento social a los sanitarios, héroes que trabajaban casi sin descanso por contener un virus letal que nos encerró en casa. La vuelta a la normalidad ha traído consigo comportamientos que, dado el homenaje ciudadano diario, parecían extinguidos. Porque el personal médico y de enfermería de hospitales y centros de salud vuelven a ser víctimas de ataques de pacientes. Episodios violentos que incluso se han incrementado y que, desde la Policía Nacional, animan a denunciar.

Según la subinspectora Asunción Boto, interlocutora policial sanitaria, aún hay mucha reticencia de los profesionales de salud a la hora de denunciar a sus agresores. Las razones, apunta, varían en función de cada persona. «Hay quien no quiere pasar por ese proceso en Comisaría y luego en el juzgado. Existe además cierto miedo y también hay quien no le da demasiada importancia. Pero desde luego la tiene». Es más, ha habido casos en los que las víctimas han sufrido constantes amenazas verbales que posteriormente se han materializado en físicas y que pudieron terminar en desgracia.

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