Fernán Labajo

Plaza Mayor

Fernán Labajo


Caerse del tejado

11/02/2022

En esta España de continua confrontación, en la que se genera un conflicto hasta por un concurso para elegir la representante artística para un certamen que en realidad no interesa a nadie a estas alturas de la vida, cómo no se iban a conformar bandos para valorar la gesta de Rafael Nadal en el Open de Australia. La que más me ha inquietado estos días es la crítica a su tío Toni por defender en un artículo un modelo educativo de exigencia máxima.   

Su postura se puede defender con dos versículos del refranero español: «Quien algo quiere, algo le cuesta» y «Para aprender, perder». Existe una corriente educativa cada vez más extendida que aboga por que los críos crezcan en un entorno de facilidades. A la carta. En el que no exista la derrota. Ríos de tinta han corrido para criticar que un equipo de fútbol de categoría alevín le endosase a otro un 31-0. «No se puede permitir. Conseguirán que se frustren. Quitemos los resultados en categorías inferiores», decían.

Más allá del deporte, hay quienes entienden que los deberes en los escolares son contraproducentes y les restan creatividad. ¿Para qué obligar a sumar a un niño que pinta la pared cuando llega a casa? Sería como cortar la mano a un artista en potencia, vienen a decir.

Al igual que Toni Nadal, lo que he percibido en las personas de mi entorno que se han ajustado a este modelo es frustración, desánimo y resignación. Quien promueve que no haya resultados en un partido de fútbol, o de baloncesto o de tenis, está privando a unos chavales de la derrota, no de la victoria. Perder es lo que enseña, lo que obliga a las personas a superarse, a autoexigirse. Liberar de tareas a un escolar no va sacar de su interior a Mozart. Porque a ver cómo le explicas luego que para sobrevivir en la música necesita ensayar doce horas diarias. Que para saber volar, primero hay que caerse del tejado muchas veces.