Desde Burgos con cariño

R.P.B.
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El burgalés Fernando de Miguel atesora una treintena de latas de conserva de la gran industria conservera de la localidad coruñesa de Cariño. Las donará a un museo de Vigo

Este coleccionista y diseñador gráfico ha creado este cartel con la intención de completar la colección. - Foto: DB

En la buhardilla de una casa de la comarca de Lara, protegidas del salitre y la humedad por los rigores del clima castellano, una treintena de antiguas latas de marcas de conservas coruñesas, algunas de casi un siglo de antigüedad, espera su viaje de vuelta a casa para pasar a formar parte de los fondos del Museo Anfaco de la Industria Conservera de la red de Museos de Galicia. ¿Qué conexión tiene un pequeño pueblo castellano con Cariño, localidad coruñesa que albergó una de las principales industrias conserveras? La conexión es el burgalés Fernando de Miguel, diseñador gráfico apasionado del coleccionismo.«La colección nació el mismo día que visité Cariño por primera vez. Yo llevaba varios años viviendo en Coruña por trabajo y empecé a salir con Ana, una cariñesa (pixina) que además era nieta y bisnieta de conserveros. Comprobé con perplejidad que ni ella ni la mayoría de sus parientes y amigos, salvo algunas excepciones, guardaban ni una sola lata de las marcas fundadas por sus antepasados. Muchas fábricas ya ni existían, otras habían sido transformadas en supermercados o viviendas y en los antiguos almacenes y fallados (desván gallego) donde aún se podía encontrar algo, o se había 'tirado con todo' o el tiempo, la humedad y el salitre habían desfigurado las antaño hermosas litografías que decoraban los envases de latón», explica.

 En unos días, esa fabulosa colección viajará hasta Santiago de Compostela para ser escaneada y digitalizada en 3D y de allí a Vigo, donde las latas quedarán expuestas en las vitrinas del museo de referencia de la industria conservera española, el Museo Anfaco. Este centro ya dispone de sus propios fondos de marcas históricas. Sin embargo, en palabras de Mariña López, su conservadora jefe, «la particularidad excepcional de la Colección Cariño es que todas sus latas pertenecen exclusivamente a fábricas que hubo en esta localidad del Cabo Ortegal coruñés. De hecho, la muestra reúne el 90% de las marcas que existieron en el siglo XX y de las que solo una, Conservas La Pureza, continúa operando en la actualidad».

Los números bailan, los apellidos de las antiguas familias conserveras y de sus herederos se entremezclan y a ello se une que, a veces, una misma fábrica comercializaba más de una marca. Lo cierto es que al burgalés Fernando de Miguel le ha llevado más de 12 años lograr reunir 19 marcas de las 23 o 24 que llegaron a envasar conserva en Cariño, y que convirtieron a esta localidad en un referente industrial a nivel incluso internacional a mediados del pasado siglo XX.

Por su afinidad al mundo del diseño gráfico, el marketing y las marcas, Fernando de Miguel decidio ponerse a investigar un poco más. «Y, sobre todo, me puse a 'dar la lata' a Nito, Ezequiel, Ana, Carlos, Santiago, Nieves, Alfonso, Sagrario, Valentín, Rosana… y a todo cariñés que pudiera contarme algo, darme un dato, una pista. Fundamental fue también la información facilitada por Mariña López, del Museo Anfaco, que me permitió contrastar dos listas oficiales del registro de fabricantes de los años 1955 y 1969, dando además pie a nuestra colaboración. Una vez conocidas las marcas ya podía buscar las latas. Año a año, pregunta a pregunta», explica. Al final, en todo este tiempo, solo 3 ó 4 de las 19 marcas han sido 'rescatadas' por el burgalés en el propio Cariño. «El resto viene de los lugares más insólitos: de un contenedor de obra junto a la Estación de Atocha en Madrid, de un gallinero de un pueblito de Burgos, de un rastro en Granada o un mercadillo de Elche y, desde luego, gracias a internet, de toda España: Albacete, Alicante, Extremadura, Barcelona, Zamora o Sevilla...», subraya.

Completar la colección. Después de tantos años y de tanta obstinación, admite Fernando de Miguel que le da cierta pena desprenderse de esa preciosa colección. «Pero sinceramente creo que es una bonita metáfora de lo que fue la potente industria conservera cariñesa, capaz de exportar a toda España e incluso fuera de nuestras fronteras. A las latas de mi colección les ha llegado la hora de regresar a Galicia para contar un pasado industrial tan potente e importante como elegante y entrañable en sus diseños y marcas. ¡Y espero poder completarla toda algún día!». Para ello, ha diseñado un cartel en el que reclama ayuda y colaboración para poder completar esa memoria en latón de una época y de un lugar que están en su corazón y en el de todos los coruñeses.