Mudos. O sea, sin palabras. Así nos hemos quedado muchos tras contemplar, y sufrir, el espectáculo vivido en las Cortes de Castilla y León el pasado viernes. Entre la Lotería del día 22 y la Nochebuena, el 24, el 23 de diciembre tocó circo o charlotada o esperpento o como quieran llamarlo. Difícil encontrar en la historia política algo semejante: que los grupos mayoritarios en el Legislativo, los que forman el Ejecutivo de coalición, voten en contra de su propio proyecto de ley de Medidas Financieras, Tributarias y Administrativas y, por tanto, tumben la rebaja fiscal, su plan estrella. ¿En qué estarían pensando sus señorías para apoyar las enmiendas socialistas y rechazar el plan que daría cobertura económica al presupuesto ya aprobado? Y, claro, ahora tenemos presupuesto, pero no dinero. Bueno, sí, perdón, tenemos la guita, la pasta, el parné, que nos viene de Europa y del Gobierno central, pero el procedente de aquí, de Castilla y León, anda a la espera de que se resuelva el fiasco, el embrollo, la vergüenza del pasado viernes. Que, obviamente, se resolverá, según anunció enseguida el titular de Economía, Carlos Fernández Carriedo, que, cuando se trata de explicar lo inexplicable, nunca falla. PP y Vox presentarán una proposición de ley conjunta para ahorrarse trámites y retrasos. Lo que no van a ahorrarse son reuniones y, sobre todo, dietas de los señores procuradores, pero ¿qué son cuatro perras para una región tan rica y poderosa como la nuestra? Y si hace falta, las pone el vicepresidente Gallardo, que ahora sabemos por una investigación periodística, que cuenta con 1,2 millones de euros para pagar a sus cargos y asesores y así gestionar la friolera de ¡¡¡ 112.000 euros!!! Como no tiene competencias concretas y se dedica solo a representaciones y a piar, pues eso, que, como dicen en los pueblos, se gasta más en el collar que en el galgo. De modo que se arreglará lo de las Medidas Financieras, alguien sacará pecho con la rebaja de impuestos, se echará tierra sobre lo sucedido el 23 y aquí paz y después gloria. De victoria en victoria hasta la derrota final. Y si no, miremos el último censo. Cada vez somos menos.