Vuelven los 'guiris'

H. JIMÉNEZ
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Se espera que las reservas hoteleras de turistas españoles se limiten al 50% frente al 85% que llegaron a suponer el año pasado

Un grupo de turistas, sufriendo el calor de estas últimas jornadas en el puente de Santa María. - Foto: Patricia

Gran parte de culpa de las buenas sensaciones con el que el sector turístico en general y hotelero en particular afrontan el verano lo tienen los extranjeros. Gracias a la recuperación del mercado internacional, que en los años 2020 y 2021 estuvo casi desaparecido, se recuperará la tónica habitual antes de que el mundo cerrase sus puertas a cal y canto. Si el año pasado los extranjeros suponían en torno al 15% del total de visitantes, ahora se espera que vuelva a suponer en torno al 50%.

El responsable de un hotel capitalino describe uno de estos perfiles típicos de los 'guiris' que tan bienvenidos son en sus establecimientos: parejas de ingleses, alemanes o franceses, que viajan en su coche particular, que van o vienen de paso hacia las costas del sur y el levante peninsular y que presentan un nivel adquisitivo acomodado. 

Ese cliente de paso, que cruza la península bajo la canícula, supone una parte importantísima del negocio porque completan las plazas que no cubren los grupos y porque sus salarios y pensiones les permiten gastar con más alegría tanto en el alojamiento en sí como en la manutención.

«Muchos hacen la reserva a última hora y hay que reservar siempre hueco para ellos», apunta Luis Mata, portavoz del sector hotelero de la Federación de Hostelería. Y desde la reapertura de fronteras se nota que una parte importante proviene de los ferrys que llegan a los puertos de Santander o de Bilbao y que permiten traerse su propio vehículo para desplazarse con flexibilidad y comodidad.

Al contrario de lo que ocurrió el año pasado, cuando la salida de la Vuelta a España supuso un espaldarazo al verano y cuando también se contaba con el empuje de los actos del VIII Centenario de la Catedral, esta vez los alojamientos de la ciudad tendrán que conformarse con el impacto de la Vuelta a Burgos, siempre importante pero menor.

El Ayuntamiento ha programado una primera edición de la bautizada como Bienal Enológica, que tendrá lugar entre el 21 y el 24 de julio y que costará a las arcas públicas 242.000 euros. Su objetivo es poner en valor el sector del vino y, aunque debería ayudar a traer visitantes, los hosteleros consideran que la fecha elegida es «horrible» porque «en esa época la ciudad ya está vendida por sí sola». Para otros años reclaman los empresarios que se mueva a octubre o noviembre, pero de momento servirá para contribuir al llenazo en pleno verano.