Primavera de 1811. Una joven mujer con tres hijos, el menor de 9 años, se monta en París en un tren con destino a Madrid. No es un viaje cualquiera, está ordenado por José Bonaparte, Napoleón, que decidió involucrar en la sociedad española a las familias de sus generales destinados en la capital de España, como era el caso del General Hugo. Tres días de trayecto con parada en Burgos, donde la mujer y sus hijos pernoctaron y visitaron la tumba de El Cid en el Monasterio de San Pedro Cardeña. Un hecho histórico que aparece años después descrito en las memorias que Adele Hugo dedica a su marido, el dramaturgo francés Víctor Hugo, ese niño, por entonces de 9 años, que quedó impresionado del estado en el que se encontraba el mausoleo de Rodrigo Díaz, que sufrió su primer expolio tres años antes. 

El Ayuntamiento de Castrillo del Val recuerda mañana con una serie de actos el paso de Víctor Hugo por la localidad antes de reencontrarse con su padre en Madrid, que entre otras cosas tenía encomendaba la labor de perseguir a El Empecinado. A ellos asistirá la cónsul general de Francia, Marie-Christine Lang, y comenzarán con la inauguración de la Plaza Víctor Hugo, antigua Plaza S. Francisco, en Tomillares. Después visitarán en el salón de actos del Ayuntamiento una exposición de trajes militares, tanto franceses como de aliados. Una muestra que está ambientada con documentos históricos y con fotografías de dirigentes europeos de la época napoleónica. La jornada de recuerdo al dramaturgo y poeta francés concluirá con el descubrimiento de una placa en el monasterio de San Pedro Cardeña (...).

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