El Mirandés está acostumbrado a finalizar y comenzar ciclos cada temporada y, por ello, la paciencia para que cada plantilla funcione requiere un tiempo. Sucedió la anterior temporada y está sucediendo en la presente.
Eso sí, el proyecto de la pasada campaña necesitó de la destitución de Lolo Escobar y de la llegada de Joseba Etxeberria al banquillo en el mes de febrero para evolucionar. El técnico vasco dio con la tecla y finalizó el curso con el equipo en la mitad de la tabla gracias a la explosión de jóvenes talentos como Roger Brugué (8 goles), Rodrigo Riquelme (7), Alejandro Marqués (7) o Sergio Camello (15), que abanderaron una filosofía ofensiva y alegre que permitió al Mirandés finalizar la campaña mucho mejor de lo que la empezó, tanto en resultados como en sensaciones.
Eso sí, todos ellos regresaron a sus clubes de origen y el proyecto rojillo tuvo que renovar un vestuario en el que solo repiten cinco de los futbolistas del curso pasado. El resto, como viene siendo habitual, son jugadores jóvenes que han llegado al club rojillo cedidos y con la intención de demostrar su potencial. Misma apuesta que cada verano, lo que ha provocado que la actual plantilla necesitase de un tiempo para alcanzar las expectativas.
El pobre balance de únicamente una victoria en las primeras 13 jornadas sumió al equipo en una preocupante crisis que vivió sus peores momentos en las jornadas 5 y 6, y 11 y 12, cuando ocupó la última plaza de la clasificación de Segunda División.
Sin embargo, a partir de esa jornada 12 algo 'hizo clic', se sumaron 19 puntos de 30 puntos posibles, incluyendo el primer triunfo como visitante de la temporada en Santander, para huir del descenso, con el que mantiene un margen de cinco puntos al alcanzar el parón navideño, al que Raúl García de Haro, cedido por el Real Betis, llega como el segundo máximo goleador de la categoría con nueve tantos.