José María Vicente

El Rincón de...

José María Vicente


Eligiendo tema

01/02/2022

Estaba decidido a dedicar esta columna de hoy a temas locales. Ya saben, aquello que tiene que ver con el estado de las calles, farolas, pasos de cebra, limpieza, estrategia de ciudad y cosas parecidas. Me pongo a escribir, se me cruza el asunto de Eurovisión con el jaleo de esas canciones y pierdo la inspiración. Admito que desde aquello del Chikilicuatre mi interés por el Festival, si ya era muy escaso, pasó a ser nulo. Y no lo arregla la vuelta de los cantautores con mensaje aderezado por las irrupciones interesadas de los políticos y el infierno de las redes sociales. ¡Qué pereza!

Cambio de tercio radical y capta mi atención la geopolítica con mayúsculas. La cuestión de Ucrania. Eso sí que es un temazo. Poca broma con esto. Están jugando todos los grandes y no suelen hacer prisioneros. El último en aparecer ha sido Boris Johnson, que ha visto la oportunidad de distraer la atención de sus compatriotas sobre sus guateques en pleno confinamiento. Me imagino a los colegas llamando a la puerta de Downing Street escondiendo la botella de whisky susurrando la contraseña al portero.

Macron, en modo estadista europeo necesitado de mejorar la imagen, poniendo caritas en la videoconferencia con Putin. Y los chinos dejando el recado a Estados Unidos que lo de Taiwan es cosa suya. Y los rusos amontonando soldados, material de guerra y hackers, la OTAN desempolvando laureles y planes de contingencia, Biden manteniendo la figura entregando armas y los alemanes callados. El norcoreano no se lo quiere perder y se pone a jugar con misiles pero a Sánchez no le llaman y nuestra fragata navegando al Mar Negro. Pero todos tranquilos, que lo tenía previsto desde hace meses. Eso es perspicacia.

Desde luego el asunto de Ucrania nos ha dado la oportunidad de comprender cómo se mueven las cosas entre los auténticos capos del mundo. Juegan a la ruleta rusa y aquí algún iluso pidiendo un sitio llevando el parchís debajo del brazo. Cosas que pasan.

Así estaba yo enredado tratando de elegir tema para la columna cuando llega Nadal y la monta. Todo queda eclipsado por la verdad de este hombre que, este sí, es capaz de ganar al ruso. Lo hace sin la arrogancia de muchos de sus rivales y resultando simpático a todo el mundo. Es el mejor y hace que nos sintamos orgullosos. ¡Nadal presidente, ya!