Más iglesias evangélicas en Burgos por los jóvenes y migrantes

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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FEREDE, entidad que engloba a todas las del país, tiene registradas 26 en toda la provincia, diez más que hace cinco años. «La gente tiene necesidad de espiritualidad», afirma el pastor Agustín Melguizo

La Iglesia Evangélica Cristo Rey celebra su culto dominical, en la capital burgalesa. - Foto: Valdivielso

En estos tiempos descreídos en los que la Iglesia Católica -mayoritaria históricamente en esta provincia- va perdiendo adeptos en una sangría que no termina (desde hace un tiempo no hay año en el que varias órdenes religiosas no abandonen la provincia y ya no se bautiza a más de la mitad de los niños que nacen) se está produciendo un fenómeno curioso en Burgos. Lejos de disminuir el número de iglesias evangélicas -como sería coherente por esta falta de apego religioso de la que hablan las encuestas y la realidad- está aumentando. La Federación de Entidades Religiosas Evangélicas (FEREDE) tiene registradas 26 iglesias en toda la provincia, unas diez más que hace apenas cinco años. 

La clave de este crecimiento -que ha hecho que incluso los partidos políticos se les estén acercando-, es para Agustín Melguizo, pastor de la Iglesia Evangélica Comunidades Unidas Anabautistas (IECUA), que la gente tiene «necesidad de espiritualidad y de encauzarla de una forma práctica y profunda». Apunta también al hecho de que, por lo general, las iglesias evangélicas están teniendo «muy buen relevo generacional», es decir, que los adolescentes y jóvenes que han ido al culto de niños y con sus padres siguen haciéndolo cuando llegan a esa edad que, a priori, es tan complicada. El tercer factor sería la inmigración que llega a Burgos, mucha procedente de América Latina donde la iglesia evangélica le ha ganado claramente la partida a la católica, aunque a Melguizo no le gusta hablar en términos de competición. 

«Pero también llegan españoles que, como decía, vienen buscando una forma de sentirse cómodos espiritualmente y nos encuentran. Aquí se recibe a todo el mundo», añade el pastor, que lamenta, como el conjunto de su iglesia, el hecho de que hace unas semanas un miembro de la misma pidiera el voto para un partido concreto. 

Los domingos a las 12 horas y los martes, a las 20,30 se desarrollan esas reuniones en su sede de la calle Pessac a la que acuden no menos de 150 o 200 personas que acompañan la lectura de la Biblia con canciones y comentarios.

La IECUA le da mucha importancia también a la cooperación y, de hecho, su ONG La Casa Grande, es una de las más prolíficas en proyectos. En la actualidad y con el apoyo del Ayuntamiento está impulsando un centro de recuperación de residuos en la población de Allada (Benín) donde tras recoger, clasificar y reciclar la basura, se produce biocompost en forma de abono para la agricultura, biocarbón para uso como combustible para cocinar y biogás.

También españoles. Rubén Casado y Sandra Bulla son un matrimonio de pastores de la Iglesia del Gran Rey, implantada en Burgos hace 17 años y en la que sus cultos son también muy numerosos. «Todos los domingos nos reunimos alrededor de 130 o 140 personas para rezar, pero también viene mucha gente a las reuniones de los sábados -donde estudiamos la Biblia- y a las de los miércoles», cuenta Casado. 

Para Sandra Bulla «es un hecho objetivo» el crecimiento de la iglesia evangélica en Burgos y hace un análisis muy parecido al de Melguizo: «La gente tiene verdadera necesidad espiritual, también es un hecho, porque las personas a veces viven circunstancias que no pueden manejar y en esos momentos se acuerdan de Dios. No es infrecuente que la gente se haga preguntas existenciales y vienen aquí en busca de respuestas».

Pone el foco, además, sobre la presencia en la ciudad y provincia de una comunidad latinoamericana muy potente que es evangélica -ella misma es colombiana pero lleva 21 años en Burgos-. «Cuando sales de tu país te llevas contigo tu cultura y tus creencias y esto ha aportado, aunque también hemos notado un alto crecimiento de personas españolas, sobre todo jóvenes, que no son necesariamente hijos de evangélicos. La gente de menos edad tiene también mucha necesidad de encontrar respuestas a las preguntas que todos nos hacemos de jóvenes». 

No achacan Rubén, que es español, y Sandra este crecimiento al declive de la Iglesia Católica. «Nuestro mensaje es el de la Biblia que intentamos presentar de una manera fresca, práctica y cercana. El ser humano está aburrido de religiosidad, por lo que nosotros proponemos un Evangelio relacional donde cada persona se puede relacionar con un Dios que está vivo y que aunque no se puede ver sí se puede experimentar, para que haya una coherencia entre lo que se piensa y lo que se vive», afirma ella.

Rubén, que recuerda que él mismo fue católico y que su madre lo es y de forma ferviente, afirma que una de las diferencias más notables es que la iglesia evangélica «es como una familia, una comunidad abierta que vive mucho las relaciones interpersonales sin tanto protocolo y sin una autoridad impuesta, es una iglesia horizontal entre nosotros y vertical con Jesús».

Ambos destacan en el disfrute de sus cultos: «Es lo más importante. Pasamos de la liturgia a un percibir que Dios está entre nosotros y creo que esta, entre otras, es una de las mayores de nuestras diferencias». La Iglesia del Gran Rey ofrece, como la IECUA una escuela bíblica para niños y a los adolescentes actividades de ocio.